Crecimiento en Chile: mal de muchos, consuelo…

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Por Carlos García, Phd en Economía, Universidad de California y académico FEN UAH.

oe81 Publicado en revista Observatorio Económico Nº 94, 2015.

Una pregunta clave en el actual escenario económico es si el moderado crecimiento de la economía chilena se debe a una situación puntual o es el reflejo de una tendencia más de largo plazo. Para entender esta diferencia de un modo simple, suponga que Chile es una gran empresa cuya rentabilidad es su tasa de crecimiento anual del PIB, entonces un crecimiento de 3% versus un crecimiento de 6% significaría que en diez años, habrá un menor PIB acumulado de 25%.

Hay que recordar que sólo el gasto en educación en 2012 estuvo cerca del 4.6% del PIB (según el Banco Mundial). En otras palabras, se perderían 5,4 (=25/4.6) años completos en inversión en este importante ítem. En el caso de la salud, serían 3,2 años y así sucesivamente.

Estos simples cálculos indican que la pregunta inicial de este artículo tiene implicancias cruciales para todos nosotros.

Los economistas llaman “potencial” al crecimiento de largo plazo del PIB, es decir, el crecimiento en la producción que teóricamente habría prevalecido si se utilizaran los recursos productivos con una intensidad normal y si el nivel de productividad fuese el de tendencia. Este es el concepto que utiliza el Gobierno para calcular los ingresos estructurales fiscales y el Banco Central para implementar su política monetaria. También es una medida aceptada internacionalmente, ya que la usan organismos internacionales como el FMI y la OECD.

En términos concretos el cálculo del PIB potencial supone que la producción agregada del stock de capital, más el empleo ajustadas por la calidad del trabajo (educación, es decir, escolaridad promedio de la población) y la productividad total de factores o simplemente productividad.

Este concepto de PIB potencial y su crecimiento resulta más relevante si además, reconocemos que tanto en Chile como en otros países, los sectores económicos tienden a mantener en promedio su participación en la economía. Es decir, en la mayoría de los sectores, la economía crece en forma pareja. Casos excepcionales son la minería y los servicios financieros cuyas participaciones han caído y aumentado, respectivamente. Por lo tanto, un menor crecimiento potencial también implicará un menor crecimiento parejo para todos los sectores económicos.

¿Cuáles serían las causas de este menor crecimiento potencial? Esencialmente la baja productividad de los factores. Al parecer la economía chilena está experimentando una caída dramática en su productividad. En efecto, en los años noventa esta productividad creció a una a tasa anual de 2%. A fines del año pasado el Comité Consultivo del PIB Tendencial, que reúne las estimaciones de los expertos consultados por el Ministerio de Hacienda para la proyección del PIB potencial, situaba dicho crecimiento en 0,8%. Sin embargo, este variable creció sólo en un 0,2% en promedio en los últimos años.

Según el FMI el panorama es oscuro para los próximos años. Se estima que el crecimiento del producto potencial en las economías emergentes disminuya en el mediano plazo como consecuencia del envejecimiento de la población, la contracción de la inversión y un menor aumento de la productividad a medida que se vayan reduciendo las brechas tecnológicas entre estos países y los avanzados. No obstante, la explicación mecánica sobre si todas las economías emergentes reducen su crecimiento potencial (y por tanto Chile también), parece ser “mal de mucho consuelo de tontos”.

En mi opinión hay dos riesgos eminentes en caso que el bajo crecimiento de la economía sea más un fenómeno de largo plazo que de corto plazo o puntual. El primero es inmediato: en el caso pesimista, el Banco Central deberá reconocer definitivamente este fenómeno y por tanto tendrá que subir la tasa de interés para que la inflación vuelva a 3%. Con esto se produciría una mayor desaceleración de la economía por una caída del consumo, en especial, el consumo de durables y de la inversión. Tasas de interés más altas frenaría la depreciación del peso y con ello la expansión de las exportaciones.

El otro riesgo, bastante más importante que el anterior, es sobre la viabilidad de las reformas que está implementando el actual gobierno en diferentes áreas, no sólo económicas. A modo de ejemplo, ¿será suficiente la reforma tributaria para financiar la reforma educacional? Nuestra historia indica que el crecimiento es un pre requisito fundamental para llevar a cabo reformas importantes, o, en caso contrario, las reformas deben ser enmarcadas en un proceso gradual y completamente trasparente. Las reacciones a reformas profundas en escenarios económicos complejos son memorables, eso, de un paso hacia atrás para luego dar dos pasos hacia adelante terminó en el pasado con bastantes pasos para atrás.
Por tanto, hay que redirigir los esfuerzos de las políticas públicas y reducir la incertidumbre con el fin de incentivar la productividad. Chile debe volver a crecer un 6%, como ocurrió en los años noventa, en caso contrario lamentablemente nuestro futuro será mal de muchos…

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