
Los cambios tecnológicos han representado una constante en el desarrollo del capitalismo y seguirán teniendo un lugar central en esto. La competencia entre capitalistas empuja todo el tiempo hacia la adopción de nuevos instrumentos y técnicas que permitan una mejor eficiencia y aumento de la productividad. Pero esto en gran medida impacta sobre el trabajo humano en parte eliminándolo y en parte recalificándolo, dando lugar a nuevas formas de control, pero al mismo tiempo, empoderando de otra manera al trabajo en cuanto productor de valor.