El Diario Financiero, Lunes 1 de Julio
El reciente informe del Institute for Management Development puso nuevamente a la banca chilena en el tapete al ubicarla en el lugar 46 entre 57 países en el ranking de spread promedio, lo que tiene efectos negativos en la competitividad del país. La banca ya había estado sentada antes en el banquillo de los acusados por el lento traspaso de la baja de tasas del Banco Central y las altas utilidades en un año de crisis financiera. Si
bien no es fácil determinar el grado de competencia en una industria, en este caso hay claros signos de que hay mucho espacio para aumentarla. Consideremos tres ejemplos concretos basados en experiencias personales que creo no son muy distintas a las de muchos otros consumidores.
Primer ejemplo. Al volver a Chile después de vivir 6 años fuera intenté abrir una cuenta corriente. Después de llenar varios formularios con casi mi historia de vida y esperar varios días, fui rechazado dos veces. El primer banco argumentó que tenía una bajo rating en Dicom porque tenía más de cinco años sin movimientos financieros. Obvio dado el tiempo que llevaba fuera de Chile y la buena historia financiera anterior no sirvió de nada. El segundo banco exigía tener tres declaraciones de sueldo. Como llevaba apenas un mes en Chile tenía sólo una declaración y el contrato de trabajo indefinido que tenía no bastó. Al final, logré abrir una cuenta corriente a la manera chilena: una amiga de un amigo que me conocía a mí y conocía a un subgerente de un banco logró que me aprobaran. Ahora que volví a vivir en Estados Unidos abrí una cuenta corriente al llegar y las diferencias con la banca en Chile son abismantes. Llené un formulario breve con información básica y en menos de una hora tenía abierta la cuenta.
Segundo ejemplo. Tengo dos cuentas corrientes en el mismo banco en Chile. En ambas tengo tarjeta de crédito y cuando pago la deuda en dólares, el tipo de cambio es mucho más alto en una cuenta que en la otra. ¿Hay alguna explicación posible que no involucre poder de mercado y discriminación de precios para algo así? Las veces que he solicitado una explicación al banco no he obtenido respuesta. Adicionalmente, las comisiones por el “uso de la tarjeta” dependen del monto de la compra. ¿Por qué el costo para el banco de realizar una transacción depende del monto? En la tarjeta que tengo en Estados Unidos la comisión no sólo es más baja sino que además es fija por transacción.
Tercer ejemplo. Pedí un crédito hipotecario en un banco distinto al mío y me obligaron a abrir una cuenta corriente si no la tasa de interés sería más alta, una forma disimulada de venta atada. De igual forma se venden en forma atada las tarjetas de crédito y las cuentas corrientes. En Estados Unidos tengo una cuenta en un banco y la tarjeta en otro sin problema.
Con estos ejemplos, la pregunta obvia es por qué no me cambio de banco. Lo he hecho ya dos veces y no hay muchas diferencias. Al principio las condiciones son mejores, pero luego hay cambios que dejan casi todo igual. La solución sería cambiarse de banco todos los años, pero es engorroso y desagradable dado todo el papeleo que exigen los bancos en Chile. La solución de fondo es introducir más intensidad en la
competencia entre bancos. Ello requiere eliminar algunas regulaciones y tal vez introducir otras, que aumenten la transparencia, eliminen las ventas atadas, reduzcan las asimetrías de información y faciliten la comparación entre bancos. Se argumenta que la banca está regulada así que no hay de qué preocuparse, pero la verdad es que la regulación tiene por objeto garantizar la solvencia de la banca y no la competencia en la industria. Es así como la Superintendencia de Bancos en el pasado ha actuado muchas veces en su defensa, codo a codo con la Asociación de Bancos, frente a intentos de generar mayor competencia o mayor protección para los consumidores. El hecho de que los bancos quedaran fuera de la Ley del Consumidor es un buen ejemplo de este Síndrome de Estocolmo que ha sufrido la Superintendencia. Así es difícil avanzar en generar mayor competencia.
La propuesta de un Sernac Financiero por parte del gobierno vuelve a abrir la discusión. La reacción de la banca es oponerse con la excusa de que subirían los costos de los créditos. La verdad es que si un Sernac financiero aumenta la competencia los costos no bajarán, pero las comisiones cobradas y los spread sí lo harán y eso es lo que importa.