Artículo publicado en Observatorio Económico Nº 58, Noviembre 2011
¿Por qué los hombres se casan más viejos que las mujeres, y en general con mujeres más jóvenes que ellos? La economía tiene una teoría, y no tiene que ver con el ingreso de los caballeros.
Por Eugenio P. Giolito, Doctor en Economía, University of Maryland, College Park. Profesor Facultad de Economía y Negocios, UAH.
El estudio del comportamiento de la familia por parte de la Economía se inicia en la década del 60. Y no es casualidad: en forma simultánea al fin del Baby boom Boom en los EE.UU. comienza un fuerte crecimiento en la participación laboral de la mujer. En ese momento ya había importantes trabajos por parte de sociólogos y demógrafos, que en la actualidad siguen complementando e interactuando con la investigación de los economistas. Este tipo de trabajos se popularizó en el mundo académico a partir de 1973 cuando Gary Becker publicó sus trabajos sobre la teoría económica del matrimonio y la interacción entre el número y la “calidad” de los niños. Los trabajos originales de Becker son una aplicación de la teoría neoclásica de la firma al estudio del matrimonio (se ve a la familia como una “unidad de producción”) y de la teoría del consumidor al análisis de la fertilidad (Los padres “demandan niños”). Estos modelos, con algunas variaciones, se siguen usando hasta hoy, especialmente en trabajos empíricos.
Es un hecho conocido que, universalmente, los hombres tienden a contraer matrimonio con más edad que las mujeres. Otro hecho provisto por los datos es que en la medida que la persona se casa a una edad mayor, es más probable que lo haga con alguien relativamente más joven.
Desde el punto de vista tradicional del “modelo económico del matrimonio” el hecho se ha explicado con un simple modelo de oferta y demanda. Por ejemplo, un trabajo de Aloysious Siow, de la Universidad de Toronto, parte del hecho biológico de que las mujeres tienen un periodo fecundo más corto que el de los hombres, lo cual produciría que las mujeres fértiles sean relativamente escasas con respecto a los hombres, quienes “compiten” por ellas. Dado que los ingresos tienden a crecer con la edad, algunos hombres mayores utilizan sus ingresos para “compensar” su mayor edad y así desplazar a los jóvenes (más pobres) de la competencia.
Aunque esta explicación parece consistente incluso con el hecho de que la diferencia de edad crece con la edad del novio (y a pesar de que pueden observarse ejemplos de esposas-trofeo), conviene dudar de la importancia de los ingresos en explicar este fenómeno, especialmente en Occidente.
En rigor, mi trabajo en el tema me lleva a sostener que la causalidad es inversa, y que la diferencia de edad se produce porque en un momento las mujeres se ven relativamente más presionadas a casarse, con o sin diferencias en los perfiles de ingresos. Si se calibra el modelo con datos de EE.UU., los perfiles crecientes de ingresos solo retrasan o adelantan el matrimonio de hombres y mujeres, pero no tienen nada que ver con la diferencia de edad, que sí está determinada, y en forma casi exclusiva por el componente biológico.
Si se modela en detalle la estructura poblacional, puede observarse que la correlación positiva entre la edad del matrimonio y la diferencia de edad es una mera consecuencia del equilibrio demográfico en la población de solteros. En otras palabras: si tengo 40 años es mucho más probable encontrar gente soltera de 30 que personas de mi grupo etario.
La otra cara de la medalla del matrimonio son las familias uniparentales, y este es quizás uno de los asuntos que despierta mayor interés hoy tanto desde el punto de vista teórico como empírico, debido al crecimiento que ellas han registrado. Al menos en los países desarrollados, ese gran aumento en la proporción de madres solteras no viene de parte de mujeres profesionales solteras que en un momento deciden tener un hijo sola, sino de adolescentes provenientes de sectores de bajos ingresos. Dado que no puede decirse que el nivel de información acerca de métodos anticonceptivos está decreciendo en países desarrollados, todo parecería indicar que estamos frente a un fenómeno voluntario relacionado con la exclusión social y las expectativas que estas chicas tienen frente su futuro.