También afectó a industrias como Methanex, que en marzo paraliza operación en Magallanes.
Artículo publicado en El Mercurio el día 21 de enero de 2013
Una huelga petrolera en Neuquén activó la alarma. Corría febrero de 2002 y por algunas horas se cortó el suministro de gas natural desde Argentina. Como quedaba hidrocarburo en el ducto, nadie sintió esta falta. Sin embargo, la intranquilidad se mantuvo y los peores temores se hicieron realidad el 1 de abril del 2004, cuando Argentina empezó a cortar inexorablemente el gas a Chile.
Casi diez años después y a pesar de que el país se benefició de bajos precios por el gas, el balance es sombrío: el país paga uno de los precios eléctricos más caros del mundo, el crecimiento del PIB se merma en medio punto por este factor y Chile «ensució» su matriz al tener que usar petróleo y carbón.
Inversiones millonarias, como las de la productora de metanol Methanex, penden de un hilo. La firma canadiense paralizará su operación en Magallanes a partir de marzo porque no tiene gas para el invierno.
Cuando sucedió la huelga de Neuquén, casi el 90% de las industrias de Santiago usaban gas natural argentino. La red domiciliaria de Metrogas abastecía a más de 300 mil viviendas en la capital. Casi un tercio de la energía del Norte Grande se proveía con gas natural y el 20% de la electricidad de la zona que va desde Taltal a Chiloé.
Hoy las industrias santiaguinas y las centrales de ciclo combinado usan diésel o gas natural licuado, que es seis veces más caro que el hidrocarburo argentino, dice el ex ministro de Economía y Energía, Jorge Rodríguez Grossi. Las viviendas capitalinas fueron incorporando cada vez más otros combustibles, como el gas licuado de petróleo o la parafina. Las estufas Toyotomis se convirtieron en un boom y se venden tanto como en Japón, su país de origen.
¿Por qué Argentina nos cortó el gas? Cuando asumió la presidencia Néstor Kirchner en 2003, congeló y «pesificó» las tarifas de los servicios básicos, como el gas. Los precios se mantuvieron estables, pero las empresas detuvieron las inversiones. Como la demanda por gas subía en ambos lados de la cordillera y el hidrocarburo se iba consumiendo poco a poco -no había incentivos económicos para buscar más- y al final sólo alcanzaba para abastecer el mercado argentino. Cuando ello ocurrió, en 2004, Kirchner cambió los protocolos y dio prioridad a la demanda interna. Y vino el corte.
«Como país aprendimos, los gobiernos y los privados (y otras instituciones), que decisiones estratégicas de dependencia de un solo proveedor no deben ser tomadas si el grado de dependencia pasa a ser muy profundo, y que siempre hay que efectuar análisis de riesgos, aunque aparentemente existan certezas jurídicas», reflexiona el ex secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía (CNE), Sebastián Bernstein.
Y todo a media luz
Aunque los cálculos varían, porque empresas y personas pagan tarifas diferentes y tienen contratos distintos, hay unanimidad: la luz era mucho más barata con gas argentino. La falta de gas triplicó las tarifas, señalan los expertos.
«Los precios de nudo -a residencias- eran de US$ 28 por megawatts (MW) y hoy están en US$ 86 en el Sistema Interconectado Central (SIC)», dice María Isabel González, ex timonel de la CNE. «Los costos marginales (que pagan firmas sin contrato) en la «época dorada» estuvieron en US$ 15 y, en los últimos meses, cerca de US$ 200″, añade.
Francisco Aguirre Leo, socio de Electroconsultores, prefiere usar como referencia los precios medios de mercado. A inicios de la década anterior, en la zona central estos valores estaban en US$ 32 por MW y hoy se sitúan en US$ 115, mientras que en el Sistema Interconectado del Norte Grande (SING), se pasó de US$ 45 a US$ 120 por MW.
El alza se atenuó cuando entró el gas natural licuado (GNL), cuya planta de Quintero se anunció en 2004, pero entró en operación en 2009.
La energía más onerosa golpeó a toda la cadena productiva. El economista de Forecast Ángel Cabrera cifra en medio punto del PIB de menor crecimiento el efecto del alto costo eléctrico, cálculo válido para 2011 y 2012. En los años anteriores este factor también impactó, aunque en otra magnitud. El Banco Central habla en su informe de 2007 que la economía habría crecido 0,2% menos en 2006 por el mayor costo eléctrico.
Jorge Rodríguez Grossi era ministro de Energía durante el gobierno de Ricardo Lagos y fue quien enfrentó los cortes de gas de Argentina. Él hace ver que si bien el shock de las restricciones fue fuerte, antes de eso Chile gozó de diez años de hidrocarburo barato, seguro y limpio. «El ingreso del gas natural barato hizo bajar sustancialmente los precios a público y para las empresas productivas mientras hubo disponibilidad del combustible», señala.
En el SING el precio nudo era de US$ 50 el MW hora hacia el 1996 y bajó a US$ 20 a US$ 25 el MW hora entre el 1999 y el 2004. Una vez desatada la crisis volvieron a los US$ 50 en el 2007 y luego siguen subiendo. «En el SIC el precio de nudo era de US$ 30 el MW hora en 1997 y bajó a alrededor de US$ 20 el MW hacia 1999», explica.
El actual decano de Economía de la U. Alberto Hurtado señala que «los altos costos actuales de la electricidad sólo en parte se deben a este penoso episodio con Argentina». Así, «cuando el país logra salir de ese trance con la Ley Corta II e inversiones eléctricas consecuentes, sobreviene una enorme alza de precios internacionales del petróleo (y de los sustitutos como carbón, GNL, etc.), largas sequías en el SIC y el creciente entorpecimiento de las inversiones», dice.
«Ya no le podemos echar la culpa a Argentina de nuestra situación eléctrica sino que al mercado internacional y a nosotros mismos», concluye.
Fuente / El Mercurio