Artículo publicado en Diario El Pulso, 27 de marzo de 2013.
Estamos llegando al final de la década que la Unesco destinó a fomentar la educación para el desarrollo sustentable, pero, según una investigación de la académica María Soledad Parra, de la U. Alberto Hurtado, el tema todavía no aparece en la formación de nuevos emprendedores. Este es el panorama.
La sustentabilidad es una palabra que de tanto usarla parece que ya estuviera muy instalada en el hacer. Pero la situación es que todavía está en proceso. Y la académica de la Universidad Alberto Hurtado, María Soledad Parra, detectó una nueva brecha: la educación al respecto.
En un artículo escrito por ella y publicado en el Journal of Technology Management & Innovation (JOTMI) de la Facultad de Economía y Negocios de la UAH, aborda la necesidad de integrar los conceptos de sostenibilidad, desarrollo y espíritu empresarial a través de la educación, porque «es muy importante para fomentar el nacimiento de nuevas empresas sostenibles en el futuro».
La investigadora sostiene que hasta ahora el modelo que manda en este mundo es el emprendimiento por oportunidad, que busca la maximización de beneficios económicos. Pero desde que la ONU comenzó a dar forma al concepto de desarrollo sustentable, aparecieron otras formas de emprender. Después de los emprendimientos sociales, que nacen entre los 70 y 80 y están asociados a las ONG, hoy también existen los emprendimientos sostenibles, un paradigma que promete cambiar bastante el escenario global de negocios.
«Los emprendedores son líderes. Por lo tanto son un foco importante para la aplicación de la Educación en Desarrollo Sostenible. Podrían utilizar su creatividad para buscar soluciones a los problemas sociales y ambientales relativos a su futura organización. Desde el inicio del proceso empresarial podrían incorporar las 7 Rs (reducir, reutilizar, reciclar, respetar, reparar, reflexionar y rechazar) en su toma de decisiones. Para ello, la manera tradicional de enseñar y de aprender sobre el espíritu empresarial debe ser reorientada hacia la sostenibilidad», concluye en su informe.
Y agrega: «el objetivo debería ser la incorporación de valores sostenibles en cada proceso de la actividad y de la relación de la futura organización (cadena de valor, el sistema de valor de proveedores, canales y consumidores, etc.), para incorporarlos en la idea de negocio y plan de negocios. Algunos valores obsoletos o no sostenibles también debe omitirse, tales como la maximización del beneficio sin tener en cuenta el contexto social y ambiental».
Uno de los factores que motivó esta investigación fue el contexto que puso la UNESCO en 2005, al iniciar el Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible, hito que vivirá un momento cúlmine el próximo año en Japón, en una cumbre.
Según María Soledad Parra recién ahora se oye un poco más acerca de estos nuevos conceptos, pero todavía no entran de manera consistente en los planes de estudio de las carreras universitarias donde se forman los nuevos emprendedores. «Hay esfuerzos aislados, pero la verdad es que todo el tema sostenible ha sido tomado por otro tipo de disciplinas y no la de los negocios. Los agrónomos, los ecologistas, pero el tema de negocios no se ha empapado de esto».
No obstante, el cambio de paradigma va. Incluso algunos hombres reputados en el mundo de los negocios, como Michael Porter, ya empiezan a hablar de la importancia de lo social en los negocios. «Hace cinco años jamás habrías escuchado que Porter decía algo con el medio ambiente o la sustentabilidad. Viene un cambio radical. Al emprendimiento antes nadie lo tomaba en cuenta para lo social o lo ambiental. Y ahora se están dando cuenta de que el emprendimiento también puede servir para solucionar todos los problemas que tenemos», dice la académica.
Lo ideal, dice la investigadora, es partir un emprendimiento con conceptos de sustentabilidad incorporados. Pero los que ya están con sus proyectos andando, podrían también incorporar políticas nuevas. «Esto es como cambiar tu misión. Pasar del máximo beneficio económico a otro tipo de metas». Ella tiene particular interés en el trabajo de Mohamed Yunus y su concepto de emprendimiento social, donde el éxito de una empresa es resolver un problema social específico. Por ejemplo, reducir la desnutrición a través de un yogurt con características especiales. «Entonces el consumidor se va a encontrar con la duda: ¿compro un yogurt cualquiera? ¿O este otro que baja la desnutrición? Quizás sea un poco más alto el precio, pero estoy haciendo además un aporte social. El éxito no se mide sólo por su rentabilidad, sino por valores éticos y otros».