Por Eugenio Giolito, Ph.D. en Economía, Universidad de Maryland, Estados Unidos y Académico FEN UAH.
Publicado en revista Observatorio Económico Nº 84, 2014.
En el marco del intenso debate sobre la reforma educativa, uno de los conceptos que últimamente más se ha escuchado por parte de especialistas, partes interesadas, políticos y periodistas es el del llamado “efecto pares”. En este artículo se pretende revisar brevemente el alcance de este concepto y la evidencia empírica que hasta el momento, se posee sobre la materia que, como veremos, es mucho menos de lo que quisiéramos.
Una pregunta importante es, si la presencia de efectos de grupos de pares tiene alguna implicancia para la organización de las escuelas. Específicamente, si los niños que proveen externalidades positivas sobre los otros niños deben o no ser puestos en clases o escuelas separadas. Una breve noción teórica del tema: supongamos que los niños difieren en determinadas características familiares (que llamaremos “capital cultural”), que repercuten positivamente en el aprendizaje. Supongamos, además, que lo único que nos interesa es el resultado “socialmente eficiente”, es decir, la suma de los beneficios de aprendizaje independientemente de su distribución. Nos concentramos en esto no porque nos parezca más importante, sino porque simplificar al extremo puede ayudar a mostrar que el tema tiene poco de obvio.
En base a nuestros supuestos ¿conviene separar o mezclar? En principio, esto dependerá de quién se beneficie más con la presencia de compañeros con más capital cultural, o con “mejores” características. Si estas características son complementarias se benefician mutuamente aquellos de características similares, (tanto para niños “buenos” como para los “malos”), esto implicaría separar a los niños con “mejores” características, lo que significaría una segregación sobre niveles de ingreso. Por el contrario, si estas características son sustitutivas (un chico “bueno” mejora a todos sus compañeros), lo mejor será mezclar.
En nuestro mundo de laboratorio también imaginamos un mercado competitivo de colegios y padres sin restricciones de crédito. Si esto fuera así, los niños con características sustitutivas se mezclarían, pues los apoderados de los alumnos de menor nivel socioeconómico estarían dispuestos a pagar más para que sus hijos se mezclen que los otros padres para segregar a los suyos (dado que los primeros son quienes más se benefician). Por el contrario, si las características fueran complementarias, deberíamos observar segregación escolar.
Ahora bien, ¿la existencia de la segregación escolar será la consecuencia de que los niños tengan características complementarias? No, para nada. Suponga que los más beneficiados por interactuar con niños de características socioeconómicas altas son justamente los de menores recursos. Si los padres de estos niños no disponen de los recursos para competir con los de mayores ingresos (que también se benefician, aunque en menor medida), el resultado también será de segregación, independientemente del mayor beneficio social de la mezcla.
EVIDENCIA EMPÍRICA
Si bien, desde el punto de vista conceptual el tema no es tan obvio como parece a primera vista, hay que sumar la dificultad de verificarlo empíricamente. Esta dificultad surge de la naturaleza misma de la asignación de estudiantes a colegios, dada la elección de los padres. Cuando queremos estimar el impacto de un efecto de pares lo que se pretende saber es cuánto influyen las características de los compañeros en el desempeño de un niño. Si ese niño (o sus padres) elige compañeros que tengan similares características, y todos se agrupan en el mismo colegio, no sabremos si los resultados dependen de las propias características, o de la de los compañeros o del colegio. Es más, incluso en el caso que la asignación sea fruto de un examen de ingreso, como en el caso de las universidades y colegios públicos emblemáticos tanto en Chile como en otros países del mundo, puede que el desempeño en ese examen esté correlacionado con las características de los padres, por lo que es muy difícil saber qué es lo que se está estimando.
La única forma de escapar a este laberinto sería buscar algún caso donde la asignación de los estudiantes a un grupo no dependa de las características de estos mismos. La asignación aleatoria a los dormitorios de las universidades americanas (Sacerdote, 2001)sirve como ejemplo. El autor muestra que los promedios de notas de los estudiantes asignados a un mismo dormitorio están fuertemente correlacionados, y que no existe similitud alguna en los puntajes del examen de ingreso. A primera vista, podría aparecer como evidencia que las características del grupo influyen en el desempeño de los estudiantes, sin embargo, no es necesariamente así. Puede que el dormitorio esté al lado de una autopista tan ruidosa que no deja dormir a los estudiantes la noche previa a un examen. Entonces, que el desempeño sea similar se debe más a que estuvieron expuestos a un shock común (el ruido), que al efecto pares. Encontrar evidencia empírica acerca de este fenómeno no parece tan sencillo.
SEGREGACIÓN ACADÉMICA
Hay otro tema para tener en cuenta. Si los estudiantes se benefician al interactuar con compañeros más capacitados, la segregación de estudiantes por sus calificaciones puede ayudar a los mejores estudiantes y perjudicar a los más débiles. Sin embargo, la segregación podría ayudar a todos si los profesores adaptaran su enseñanza al nivel de sus estudiantes. Además, los menos aventajados se favorecerían si los docentes tienen incentivos a enseñar a los mejores estudiantes. En un estudio reciente (Duflo, Dupas, & Kremer, 2011) evalúan este fenómeno mediante un experimento aleatorio de segregación realizado en escuelas primarias de Kenia.
Dado que la mayoría de estas escuelas (121) tenía una sola sección de primero básico, fueron divididas para crear una sección adicional. De estas escuelas, 61 (elegidas aleatoriamente) asignaron de forma fortuita a los alumnos de primero básico a las dos secciones.
Las 60 escuelas restantes (“escuelas con segregación”) situaron a sus alumnos según los puntajes obtenidos en el semestre anterior. Los profesores también fueron asignados aleatoriamente. Durante los 18 meses que duró el experimento, los niños fueron evaluados a través de una prueba estandarizada en matemáticas y lenguaje. Los autores consideran que esta separación de alumnos tiene un impacto positivo en los puntajes de todos los estudiantes, inclusive aquellos asignados a compañeros de bajo rendimiento. Detrás de este resultado se encuentra el comportamiento de los docentes ya que en las escuelas donde la asignación es aleatoria, se encuentra un impacto positivo de rendimiento promedio de la clase en los puntajes individuales.
¿QUÉ IMPACTO TIENEN LOS COLEGIOS SELECTIVOS?
Una pregunta relacionada con lo anterior, y que también forma parte del actual debate en Chile, es el aporte de las escuelas públicas selectivas sobre el desempaño de los alumnos. Sabemos que los alumnos de este tipo de colegios tienen rendimientos superiores a los de los alumnos de otros colegios públicos. Ahora bien, ¿hasta qué punto esto se debe al colegio? o será que los niños seleccionados serían exitosos en cualquier contexto? Un par de estudios muy recientes para escuelas medias de elite de Boston y New York (Abdulkadiroglu, Angrist, & Pathak, 2014; Dobbie & Fryer, 2014) dan un poco de luz sobre el tema. Al ser los niños asignados a este tipo de escuelas mediante un examen, su desempeño promedio no es comparable con quienes no son admitidos. La única comparación posible es entre aquellos que fueron los últimos en ser admitidos con los primeros que han sido rechazados. Lo interesante del caso no solo es que ambos no encuentran impactos positivos en la matrícula de los estudiantes en estos colegios, sino que en el primero de ellos hay algunos impactos negativos (aunque pequeños). Una explicación a dichos impactos puede deberse a que los alumnos marginales que entran a estas escuelas de elite se ven afectados por la brusca caída en la posición relativa en el ranking de la clase con respecto a la que tenían en la escuela básica.
Estamos ante un tema que es sujeto de investigación académica en estos mismos momentos a nivel mundial, y del que aún no se poseen resultados concluyentes. Quizás es algo que se debe tener en cuenta antes de tomar una posición demasiado categórica en el debate de políticas al respecto.