Por Marcela Perticara* y Mauricio Tejada**. *Ph.D. en Economía, Universidad de Texas, Estados Unidos y Académica FEN. **Ph.D. en Economía, Universidad de Georgetown, EEUU y Académico FEN.
Publicado en revista Observatorio Económico Nº 88, 2014.
Desde finales del año pasado hemos estado hablando de la desaceleración de la economía. Un indicador clave que genera preocupación, es la tasa de desempleo, que en los últimos doce meses, aumentó casi un punto porcentual, quedando en un nivel de 6.7% en la última medición del INE (trimestre agosto-octubre). El nivel de actividad económica, medido por el Índice Mensual de Actividad Económica (IMACEC) también muestra un estancamiento abrupto desde fines del año 2012, y tasas de crecimiento muy moderadas durante la segunda mitad del año 2013 y los meses que van del 2014 (ver gráfico 1). No hay cambios importantes en la tasa de participación por tramo etario, pero sí un aumento sostenido en la tasa de participación de las mujeres en los últimos meses, lo que es consistente con lo que ha pasado en otras crisis económicas en Chile, por cuanto, frente al fantasma de pérdida de empleo del trabajador principal del hogar, son las mujeres las que salen a buscar trabajo, presionando al alza la tasa de desempleo.
Frente a esta situación, resulta de particular interés evaluar qué consecuencias ha tenido esta desaceleración sobre algunos indicadores del mercado laboral, más allá de la tasa de desempleo.
La dinámica del mercado laboral toma un rumbo distinto fundamentalmente en los meses que van de este año. Aún en presencia de la estacionalidad normal, la tasa de creación de empleo, ha caído casi un 10% en los últimos doce meses, mientras que la tasa de destrucción se ha mantenido relativamente estable. Las tasas de destrucción de empleo son más altas para los jóvenes (16-24 años) e individuos de menor nivel educativo, pero no se aprecia ningún cambio de patrón (sistemático) en los últimos meses (ver gráfico 2)1.
Pero hay un cambio en composición que es interesante analizar: el comportamiento del empleo asalariado (contratos indefinidos versus contratos a plazo) contra el empleo independiente, y el comportamiento del empleo calificado versus el no calificado.
Dentro del empleo asalariado, es el empleo temporario el que cae más abruptamente en el último año: la cantidad de empleados en esta categoría decrece de manera continua, alcanzando una pérdida acumulada de casi 17% en lo que va de 2014 (ver gráfico 3). La pérdida de puestos de empleo se da justamente en el segmento de trabajadores con muy baja calificación, que tienen enseñanza media incompleta o menos.
El empleo independiente tiene un comportamiento un poco más errático, mostrando tasas de crecimiento (a doce meses) muy altas entre febrero y abril del 2014, cayendo muy rápido de nivel a partir de junio de este año. Esta dinámica es liderada fundamentalmente por el empleo independiente con bajo nivel educativo, que a partir de junio de este año tiene tasas de crecimiento negativas en torno a -3%. El empleo del grupo de independientes con estudios medios completos también registra una caída (ventana de doce meses), pero aún registraba tasas de crecimiento positivas en la última medición disponible (trimestre agosto-octubre 2014). Para el resto de los grupos de calificación, la tasa de crecimiento del empleo se mantiene estable en torno a 10%.
Esto significa que el relativo estancamiento en la tasa de empleo y en la tasa de creación de estos, está escondiendo un cambio de composición muy importante. Por un lado se está reduciendo de manera sostenida el empleo temporal, pero no a costa de empleo asalariado indefinido, sino con aumentos de trabajo independiente. No son profesionales saliendo del sector asalariado y trabajando a cuenta propia, sino que son trabajadores de bajo nivel educativo que seguramente se están empleando en trabajos de subsistencia. Lo que en definitiva disfraza el nivel de la tasa de desempleo.
Así mismo, si usamos la tasa de participación femenina como termómetro de las expectativas de los agentes, vemos que ha estado aumentando de manera sostenida, lo que refleja que – aun cuando el jefe de hogar puede no haber perdido su empleo-, puede estar ya sufriendo el embate de la crisis a través de la reducción de horas extras y sobretiempo. Esto obliga a los trabajadores segundarios (jóvenes y mujeres) a salir a buscar empleo, para paliar la pérdida de recursos o como una manera de prever la futura salida de la fuente principal de ingreso del hogar.
En resumen, el panorama para el mercado laboral no es muy alentador. Las tasas de destrucción de empleo no han aumentado de manera importante, pero hay grupos que parecen estar recibiendo el embate de la crisis: los trabajadores de baja calificación, tanto asalariados como independientes. En este contexto, los resultados en materia económica para los meses que vienen van a ser clave para marcar la tendencia en el mercado laboral. Hasta el momento la dinámica del empleo con contrato indefinido muestra sólo un relativo estancamiento en las tasas de crecimiento, pero claramente este grupo se verá afectado en la medida que la economía no empiece a repuntar o se profundice la desaceleración actual. De darse lo anterior, es probable que el proceso de precarización laboral observado hasta ahora siga creciendo y que, a la falta de creación de empleo, se sume un posible aumento en la destrucción de empleos (lo que típicamente ocurre con demora). Así, en este escenario no debieran descartarse algunos puntos más en la tasa de desempleo en el último mes del año o en el primer trimestre del año 2015.