Por Marcela Perticará, Ph.D. Economía U Texas, Estados Unidos. Académica FEN UAH y Mauricio Tejada, Ph. D Economía U Georgetown, Estados Unidos. Académico FEN UAH.
Publicado en revista Observatorio Económico Nº 117, 2017.
No se puede analizar las cifras de desempleo para el país de manera aislada, sin mirar las tendencias que se han estado marcando en el mercado laboral en los últimos años. Desde hace ya 36 meses que la tasa de desempleo se ubica por encima de los 6 puntos, con una clara (pero lenta) tendencia al alza (ver Gráfico 1). El deterioro de los indicadores del mercado laboral ha sido lento, pero sostenido, con claros signos de escasa creación de empleo. El que no se haya observado aún un aumento pronunciado y repentino de la tasa de desempleo (como el registrado por ejemplo durante la crisis del año ’98), no quiere decir que el mercado laboral esté pasando por un buen período. No puede ser de otra manera, por cuanto el indicador del nivel de actividad tiene una tendencia claramente a la baja en los últimos doce meses (ver Gráfico 2). El índice mensual de vacantes (Gráfico 3) muestra justamente un deterioro sistemático; este indicador tiene valores hoy tres veces más pequeños que hace tres años atrás.
Si bien el aumento en la tasa de desempleo era de esperarse, preocupa la persistencia del fenómeno por cuanto los grupos más desfavorecidos usualmente tienen pocos ahorros y activos a los que acudir frente a largos períodos de cesantía. Adicionalmente, un trabajador que lleve ya varios meses desempleado, ya habrá agotado también los pagos del seguro de cesantía, poniéndolo entonces en una situación mucho más precaria que en el comienzo del ciclo de estancamiento.
En la prensa se ha destacado el aumento (muy moderado, pero aumento al fin) en el empleo asalariado; pero más del 80% de este empleo es empleo público. El empleo privado no ha mostrado dinamismo en los últimos doce meses. Las tasas de crecimiento a doce meses (para aislar el componente estacional) en el último año, siguen siendo altamente positivas (en torno a 5%) para el empleo cuenta propia y casi nulas (en torno -1%/+1%) para el empleo asalariado, a pesar que en algunos períodos ha habido una fuerte presión alcista del empleo público.
Al quebrar las tasas de desempleo por grupo de edad, el aumento es más pronunciado para grupos en tramos de edad medios (35-44 años) o por encima de los 55 años. Para estos dos grupos, la tasa de desempleo ha aumentado 10% y 20% anual respectivamente, en los últimos dos años. Para individuos con hasta 35 años, ha aumentado un 7% anual. Al analizar también desempleo por nivel educativo, el grupo donde la tasa de desempleo aumenta más es el grupo con estudios superiores completos, para el que la tasa promedio para el año 2017 (enero-mayo) está en torno a 7%, mientras que doce meses atrás era aproximadamente 5%. Este grupo representa un 20% de la población activa total, por lo que este aumento no tiene un impacto tan fuerte en la tasa global de desempleo. Pero, entender este fenómeno no deja de ser importante, por cuanto podría estar generando (independientemente del ciclo económico) problemas de desacoplamiento entre oferta de calificaciones y demanda del sector productivo.
En resumen, los últimos meses se ha corroborado la tendencia alcista en la tasa de desempleo. El poco dinamismo que ha experimentado el empleo asalariado y las perspectivas de crecimiento para los próximos meses, deja poco margen para esperar buenas noticias en los próximos meses. De no revertirse las predicciones de nivel de actividad, podríamos esperar que la tasa de desempleo en las próximas mediciones alcance valores por sobre el 7%.