Por Marcela Perticara, Ph.D. en Economía, University of Texas A&M, EE.UU., académica FEN UAH; y Mauricio Tejada, Ph.D. en Economía, Georgetown University, EE.UU., académico FEN UAH.
Publicado en revista Observatorio Económico Nº 128, 2018.
Dejando de lado consideraciones estacionales, la creación de nuevos puestos de trabajo ha mostrado una tendencia decreciente en los últimos años, siendo la tasa de creación de empleo de los meses corridos de 2018 la más baja, en promedio, de los años post crisis financiera.
La economía chilena ha estado mostrando últimamente un ritmo de crecimiento sobre un 4% en doce meses de forma sostenida. Más aún, el último registro del IMACEC sorprendió al mercado al apuntar una tasa de crecimiento de un 4.9%. Estas buenas noticias se dan dentro de un contexto de relativa incertidumbre, con el precio del cobre a la baja y con un pronóstico comercial internacional incierto luego que se desatara la guerra comercial entre EEUU y China.
Las proyecciones para la economía, que se abren con estos favorables números para el IMACEC, generan fuertes expectativas de recuperar los niveles de desempleo observados en los años previos a 2015, con tasas que oscilaban alrededor del 6%. Sin embargo, el mercado laboral continúa eludiendo estas buenas noticias y la tasa de desempleo mantiene su tendencia ascendente y se ubica en la última medición para el año 2018 en 6.9%. No es un deterioro en los últimos meses, sino una tendencia a mayores niveles de desempleo (y mayor varianza durante el ciclo anual) que se gestiona hacia finales del año 2015 (ver gráfico 1).
Esto es aún más evidente cuando se analiza la dinámica de salida y entrada al desempleo (ver gráfico 2). En efecto, dejando de lado consideraciones estacionales, la creación de nuevos puestos de trabajo ha mostrado una tendencia decreciente en los últimos años, siendo la tasa de creación de empleo de los meses corridos de 2018 la más baja, en promedio, de los años post crisis financiera. En tanto, la destrucción de puestos de trabajo muestra un similar comportamiento, aunque sus menores niveles promedio no llegan a compensar la menor creación de empleo, lo que en definitiva explica la tendencia ascendente en la tasa de desocupación.
Si observamos el comportamiento del mercado laboral en una ventana de veinticuatro meses, pueden identificarse claramente cuatro grupos, que han visto su situación fuertemente desmejorada en los últimos doce meses. En primer lugar, tenemos a las mujeres, cuya tasa de participación ha crecido de manera sostenida en el último año, lo que ante aumentos moderados en los niveles de empleo, ha puesto presión sobre su tasa de desempleo. Mientras que para los hombres permanece casi constante en los últimos meses, la tasa de las mujeres se empina a 8% a mayo de este año. Parte de estos mayores valores son estacionales, pero hay una tendencia al alza que puede apreciarse en el gráfico 3. Efectivamente en los últimos 24 meses la cantidad de desempleadas mujeres aumenta en aproximadamente 16%, mientras la cantidad de desempleados hombres apenas registra cambios.
Un comportamiento atípico también se registra en las tasas de desempleo de los trabajadores con 25-34 años mujeres y los trabajadores hombres de 45 años y más. El grupo de 25-34 años, el cual hasta principios del año 2015 tenía tasas de desempleo del orden del 7-8% según el período estacional, ahora está en tasas de desempleo que bordean el 10%. Al desagregar entre hombres y mujeres, vemos que esta tasa de desempleo está fundamentalmente liderada por mujeres. En este grupo la tasa de participación crece de manera importante, mientras que la creación de empleo (5% en 24 meses) es insuficiente para absorber esta nueva fuerza laboral, y el stock de desempleados jóvenes mujeres aumenta en 32%. En el grupo 45-54 años, los hombres son los que han visto más deteriorada su situación, con aumentos notables en los niveles de desempleo (en niveles), y notoriamente, con mayores niveles de inactividad. El stock de desempleados hombres en el tramo 45-54 años aumenta en un 15%, mientras que lo inactivos lo hacen en 22% y es por esto que no se ve un gran salto en la tasa de desempleo.
Finalmente, el grupo de mayor calificación presenta niveles de desempleo del orden del 7% cuando un par de años atrás estaban en torno al 5%. Nuevamente en este grupo, el mayor aumento de desempleo lo enfrentan las mujeres, y en menor medida (pero igual positivo) los hombres. El stock de desempleados mujeres en este grupo aumenta en un 68% en 24 meses, con poca variación en la tasa de actividad. En los hombres altamente educados, por el contrario, la tasa de actividad cae de 89% a 87%, reflejando posiblemente, desaliento en presencia de bajas tasas de creación de empleo para estos trabajadores.
En términos de composición del empleo continúa en alza el trabajo por cuenta propia y el empleo asalariado en el sector público, los que aumentan en los últimos veinticuatro meses en 9% y 13% respectivamente. Este patrón se observa fundamentalmente para todos los trabajadores, independientemente de su edad, pero para los menores a 45 años este fenómeno se da con una caída sostenida en el empleo asalariado privado. Para los mayores de 45 años, si bien el trabajo público y el empleo por cuenta propia suben fuertemente, el privado no cae.
Al analizar el comportamiento del empleo por nivel educativo, vemos que el grupo que más terreno ha perdido en los últimos dos años es sin dudas el de trabajadores sin calificación (sin enseñanza media). Para este grupo, los niveles de empleo privado han caído de manera importante, 10%, la ocupación por cuenta propia no ha subido, mientras que el empleo público creció un 3%. Nuevamente, las mujeres sufren un shock fuerte, con una caída total de 8% (versus 5% en los hombres) y un aumento en la cantidad de mujeres sin calificación desocupadas de 26%.
En resumen, independientemente de la recuperación de los niveles de actividad, está por verse qué es lo que sucede en el mercado laboral. Hasta ahora, las tendencias observadas en la composición del empleo, no son alentadoras. La débil demanda privada de empleo es parcialmente compensada por un aumento en los niveles de empleo público y por un incremento en el trabajo independiente. Este fenómeno es particularmente agudo para las personas de baja calificación y para las mujeres. En el grupo de trabajadores de mayor calificación, el empleo crece pero no alcanza a compensar el aumento en la tasa de participación, por lo que las tasas de desempleo para este grupo están ahora en niveles antes no vistos.
Habrá que esperar lo que resta del año, para evaluar la consolidación o quiebre de estas tendencias.