El proyecto de salas cuna universal para hombres y mujeres que propone la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Alberto Hurtado es solidario, porque no toca el seguro de cesantía, involucra a la empresa, al Estado, a un fondo que se acumularía independientemente si los trabajadores tienen o no hijos. Los montos del aporte serían por tramos dependiendo de las ventas anuales de la empresa. Así lo aclaró el economista Ph.D. Carlos García, de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Alberto Hurtado.
Un proyecto social que costaría US$ 1.500 millones (33.585 UF o 0,5% del PIB), favoreciendo a alrededor de 375 mil niños entre 0 y 2 años en el país. Estimación que se realizó considerando un costo de $ 200 mil mensuales de las salas cunas.
Según el académico, los aportes se harían de manera proporcional, conforme al tramo de ventas anuales de las empresas. Esto implicaría dejar exentas de aporte al sistema a las firmas de menor tamaño según la clasificación del Servicio de Impuestos Internos (menor a 35 mil UF). El Estado, como contraparte, destinará recursos al momento de efectuarse el cálculo efectivo de las necesidades de entrega del beneficio de las empresas. A modo de ejemplo, en el caso de una firma que venda entre 70 mil UF y 140 mil UF, ésta aportará al fondo solidario el 0,4% del costo de la sala cuna ($ 200 mil mensuales) y el restante 99,60% lo otorgará el Estado. Mientras que en aquellas que tengan ventas inferiores a las 35 mil UF al año su aporte al fondo será cero, y el gobierno aportará el 100%.
La mujer es clave para superar la pobreza
En Chile, las cifras sobre mujer y trabajo siguen siendo bajas: la tasa de participación laboral femenina es de un 48% versus un 71,6% de hombres; una mujer gana un 31,6% menos que el ingreso medio mensual de un hombre; de las mujeres inactivas por causas familiares, el 22,7% de ellas no buscó ni realizó trabajo remunerado por el cuidado de su hijo/a; solo hay 10 mujeres por cada 100 hombres en alta gerencia y 7 mujeres por cada 100 hombres en directorios de empresas. Este proyecto beneficia directamente a la fuerza laboral femenina que abandona su puesto de trabajo por cuidar a sus hijos lo que no es justo para la familia y menos para la economía.
Por otro lado, propone avanzar en una modificación al artículo 203 del Código del Trabajo (que obliga a la empresa a tener 20 mujeres contratadas para otorgar el beneficio de sala cuna), porque la práctica demuestra que los empresarios contratan hasta 19 trabajadoras y evitan entregar el beneficio. “Es imperante y es un primer paso para terminar con algunas de las diferentes brechas de género existentes en nuestro país”, dice García.
En resumen la propuesta de la Universidad Alberto Hurtado se sustenta en los principios generales de corresponsabilidad parental en el cuidado de los niños, en la universalidad y en un modelo de financiamiento compartido cuyos únicos beneficiarios sean los hijos e hijas de trabajadores. Aquí los ejes: Eliminación de la barrera de contratación de 20 mujeres, el beneficio deja de ser exclusivo para la madre y pasa a ser del hijo o hija menor de 2 años, se incorpora la universalidad de los afectos a este beneficio, el criterio de financiamiento, idealmente debe ser compartido. El empleador mantendrá su rol activo en la implementación y gestión del beneficio. Se establecerán bandas de precios del servicio de sala cuna y jardines infantiles con el fin de impedir el sobreprecio de este beneficio, eliminando barreras de entrada y mercados cautivos.
Por último, los efectos para el país es evidente: aceleraría en el ritmo del PIB de entre 8% y 11%. “Es bastante más lo que se recuperaría. Es mucha plata la diferencia. ¿Por qué? adicionamos el impacto que tiene sobre la productividad, y eso no contempla sólo a las nuevas mujeres que se incorporarían al mercado laboral, las incorpora a todas, y el aumento de productividad sería sobre casi dos millones de mujeres”, precisó García.
En definitiva, el proyecto pone a los niños en el centro de una sociedad que quiere avanzar, y a las mujeres y hombres que podrán trabajar con la tranquilidad de que los horarios y cuidados de sus hijos se complementarían con las altas exigencias de sus jornadas laborales. Un proyecto en definitiva, harto más humano y ético que el actual.
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