Aún carecemos de una estructura tributaria que apoye a la clase media y a los que tienen menos recursos. Para ello, el IVA es clave.
Por: Humberto Borges
A mi entender, para salir de esta crisis, hay que convertir los tributos en una herramienta de equidad y desarrollo. Por una parte, es necesario aprobar la reposición del 40% sobre contribuyentes de ingresos superiores, así como el nuevo impuesto al patrimonio inmobiliario, pero esto es sólo el punto de partida.
Además, hay que visualizar una reforma tributaria que apoye a la clase media y a los que tienen menos recursos.
En pocas palabras, hay que mirar los tributos como una herramienta de equidad y desarrollo país. Bien dirigidos, pueden ser parte de la solución de la crisis social y política que en la actualidad cruza nuestro país.
Primero, hay que implementar la eliminación de muchas exenciones y rentas presuntas, dejando sólo tres formas de pago para las empresas, las cuales estarían concentradas en las microempresas, Pymes y grandes empresas. La idea sería mantener el 14 ter sólo para microempresas, que las pymes pagaran una tasa del 25%, con crédito 100% al impuesto de los dueños y, por último, que contemos con una tasa del 27% para las grandes, pero con un crédito no recuperable menor (20% o 25% de la tasa, bajo la actual de 35%).
Además, es necesario reestructurar el impuesto al valor agregado (IVA). El IVA es un impuesto muy regresivo, de ahí que varios países en Europa tomaran la opción de un impuesto diferenciado.
En este sentido, hay que crear una canasta básica con productos elementales: alimentos, educación y medicamentos afectos a una tasa del 4% (excluyendo alimentos altos en azúcares y grasas saturadas), y los demás productos serían afectados con el actual 19%. La reducción del IVA produce un mayor ingreso directo a las personas de escasos recursos, además, si se aplica esta rebaja a sólo alimentos saludables, en 10 años podríamos disminuir los costos de salud por diabetes, obesidad y algunos cánceres.
El impuesto digital, a su vez, debería aprobarse, ya que ayuda a la equidad de gastos en distintas industrias, por ejemplo, en el transporte entre taxistas versus Uber, donde los primeros tienen un pago de patente muy alto (equidad en el costo de entrada).
Todo lo que se explica en los párrafos anteriores tiene respaldo en las comparaciones entre los países OCDE y el porcentaje de los ingresos tributarios totales. Al enfocarnos en los países OCDE, el promedio de los impuestos a los ingresos personales es de 23,8% y de los impuestos al valor agregado es del 10,2% (del total de tributos recaudados), pero en Chile el porcentaje de los impuestos a los ingresos personales es de 8,8% y del 41,2% en el caso del IVA. En pocas palabras, el Estado de Chile se financia mediante impuestos regresivos (IVA), que dañan a las personas con menos recursos del país.
Por otro lado, es claro que hay capacidad para aumentar los impuestos a los ingresos personales en los tramos más altos, ayudándonos a crear un país más equitativo.
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