Por: Francisca Gutiérrez, directora Magíster en Gestión de Personas FEN-UAH
Dadas las tendencias que hemos visto en las últimas elecciones políticas, la defensa del statu quo por parte del mundo empresarial tiene pocas chances de tener éxito. En este sentido, el mundo empresarial, al igual que la sociedad en general, tiene mucho más que ganar si deja de ver el debate sobre la negociación colectiva ramal como un juego de suma cero. Cambios sustanciales en el modelo pueden también expandir las oportunidades económicas existentes y generar beneficios para los distintos actores.
En estos tiempos marcados por campañas políticas y el proceso constitucional, el proyecto de instauración de un sistema de negociación colectiva ramal ha vuelto a ponerse sobre la mesa. Los defensores de este proyecto hemos subrayado los beneficios que este tipo de negociación puede generar para los trabajadores. Redistribución de las riquezas, reducción de la brecha salarial y mejores condiciones laborales son algunas de las razones esgrimidas. Pero esta argumentación no parece convencer al mundo empresarial, el cual ve en la negociación colectiva ramal una amenaza que pone en riesgo la economía. ¿Qué tan fundado es este temor?
La evidencia científica es ambigua con respecto a este tema. Algunos estudios realizados en Estados Unidos y Europa han observado un efecto perjudicial en el empleo, que se explicaría por el incremento salarial que conlleva este tipo de negociación y las dificultades de algunas empresas para sustentar dicho incremento. Sin embargo, otros trabajos han identificado elementos que evitan estas dificultades, como el tipo de acuerdos, la inclusión de cláusulas específicas para las empresas de distinto tamaño, la confianza entre los actores, la estabilidad de las instituciones, entre otros. Y es que las modalidades para implementar un sistema de negociación ramal son múltiples, así como los contextos que condicionan sus resultados.
Por otra parte, existen argumentos que señalan que la negociación ramal puede ser una oportunidad para sentar las bases de un crecimiento económico más sustentable.
El primero dice relación con los incentivos que ofrecen los sistemas de relaciones laborales a las empresas. En un sistema donde los sindicatos son fuertes y tienen participación en las decisiones, las empresas tienen menos posibilidad de basar su competitividad en la reducción de los costos laborales y más incentivos para reorientar sus esfuerzos hacia la innovación, la mejora en la productividad y la calidad de los productos o servicios.
Asimismo, en la medida que las demandas de los trabajadores son atendidas, los sindicatos pueden volverse un aliado para el diseño y la implementación eficaz de planes o políticas de transformación tendientes a mejorar las perspectivas de crecimiento o enfrentar periodos de crisis en un sector. La negociación ramal es más eficaz que la negociación de empresa para generar estos incentivos, pues empareja la cancha entre las unidades productivas. En otras palabras, reduce la posibilidad de que algunas compañías aprovechen la debilidad de sus sindicatos o la falta de organización de sus trabajadores para competir bajando los estándares laborales e invirtiendo el patrón del incentivo.
Evidentemente, el despliegue de las potencialidades de la negociación de rama no es automático ni sencillo. Entre otras cosas, requiere un mínimo de voluntad, confianza entre los actores y un Estado que acompañe con recursos este proceso. Sin embargo, vale la pena intentarlo, y la actitud que asuma el mundo empresarial frente al proyecto incidirá en su resultado.
En efecto, dadas las tendencias que hemos visto en las últimas elecciones políticas, la defensa del statu quo por parte del mundo empresarial tiene pocas chances de tener éxito. Más aún, esta posición puede favorecer la polarización y volver más difícil la generación de confianza entre los actores, ambas condiciones para que los eventuales cambios en el modelo permitan un crecimiento económico sostenible en el tiempo. En este sentido, el mundo empresarial, al igual que la sociedad en general, tiene mucho más que ganar si deja de ver el debate sobre la negociación colectiva ramal como un juego de suma cero. Cambios sustanciales en el modelo pueden también expandir las oportunidades económicas existentes y generar beneficios para los distintos actores.