Carlos Díaz, doctor en Economía, se incorpora al cuerpo de académicos de la FEN

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Transmitir a sus estudiantes su pasión por las materias que imparte, entregándoles las herramientas para que “piensen como economistas y aborden la realidad con el sello de la Alberto Hurtado, aportando a la discusión desde ángulos diferentes”, son algunos de los objetivos de Carlos Díaz como docente. Posee un doctorado en Economía de la Maxwell School of Syracuse University (Estados Unidos, 2017) y un magíster en Economía de la Washington University in St. Louis (Estados Unidos, 2012). A partir de este semestre se incorpora a la FEN-UAH como académico del Departamento de Economía. Y lo hará desde la perspectiva de sus áreas de investigación que justamente más le apasionan, entre ellas, Economía del Crimen.

Montevideo (Uruguay) es su ciudad natal, aunque su infancia y adolescencia la vivió en Salto: “Una ciudad de 100 mil habitantes, en el Litoral Norte de Uruguay” nos precisa en esta entrevista, destacando eso sí que allí nacieron los jugadores Luis Suárez y Edinson Cavani, confesando a la par que es hincha de Peñarol, el equipo más popular de la liga uruguaya. La cultura jesuita la conoce desde su pregrado en la licenciatura en economía–carrera que en Chile tendría su símil en ingeniería comercial– cursada en la Universidad Católica del Uruguay, UCU (confiada a la Compañía de Jesús). Optó por Economía sin tener mayor claridad sobre “qué es lo que hacía un economista”, pero sí motivado por el impacto que supuso una de las peores crisis económica y social que ha experimentado Uruguay (1999-2002) y que tuvo su punto de inflexión el 20 de junio de 2002: “Todos sabemos dónde estábamos y qué estábamos haciendo la mañana que el gobierno anunció que liberaba el tipo de cambio”, afirma, reconociendo que en su ADN: “está esa mezcla de sensibilidad por lo social y los métodos cuantitativos”. En esa línea, resaltó el énfasis de la UAH puesto en el bien común: “Debemos enfocarnos en lo académico, pero teniendo conciencia de lo que ocurre en nuestro entorno y es relevante para nuestra sociedad”. Su trayectoria profesional la ha llevado por el camino de la docencia y la investigación con un extenso currículum. Dictó clases en la UCU, en la Universidad ORT de Uruguay y en la Maxwell School of Syracuse University. A su haber tiene un número importante de artículos publicados en prestigiosas revistas de divulgación, algunos de los cuales han tenido repercusión en los medios de comunicación masivo (por ejemplo, The Guardian, de Londres o El País, de Madrid) como “A global analysis of the impact of COVID-19 stay-at-home restrictions on crime» que indagó la actividad delictual durante la pandemia. Es investigador activo del Sistema Nacional de Investigadores de Uruguay (SNI) y actualmente está trabajando una arista vinculada a la elasticidad del delito ante cambios en la presencia policial, tras adjudicarse fondos de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) de Uruguay. Es director de Investigaciones del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) de Uruguay, uno de los think tanks más influyentes de América Latina.

Al postular a su Pregrado, has dicho que no tenías muy claro qué hacía un economista ¿cuándo ya comienzas a tener mayor claridad?

Cuando estaba estudiando el pregrado me di cuenta que la economía servía para responder preguntas más allá de los temas que usualmente se tratan en la sección de economía de los periódicos. O sea, la economía es mucho más que inflación, tipo de cambio, crecimiento económico. A la economía le interesa la firma, pero también la familia; la economía puede responder preguntas que tienen que ver con el crimen, la educación, la salud y el transporte público. Uno de los economistas que más me deslumbró fue Gary Becker. Becker logró que la economía llevara su enfoque a ámbitos que le eran lejanos. Por ejemplo, ¿por qué las personas tienen incentivos a cometer delitos? Como en cualquier ámbito, cuando una persona va a tomar una decisión, evalúa costos y beneficios. El beneficio esperado de un criminal está ligado al valor del botín, pero para llegar a ese botín hay que incurrir en costos. ¿Cuáles son los costos? Bueno, que lo atrapen y que además de que lo atrapen, que lo sancionen. La Teoría Económica del Crimen me apasiona, pero es solamente un ejemplo de los tantos de cómo los economistas podemos aportar a las diferentes discusiones de política pública. 

Becker, perro de Carlos Díaz, llamado así por el economista Gary Becker. Acompañado de Felipe y Alfonsina, hijos de Carlos.

Y justamente, ¿Qué aporte se puede hacer desde la Economía del Crimen a políticas públicas para mejorar la seguridad en general en un país?

La contribución de la economía a las políticas de seguridad es muy amplia. En particular, la economía ofrece un marco teórico que nos permite evaluar la aplicación de la ley y la prevención del delito con un enfoque complementario al de otras ciencias sociales. Además, los economistas hemos contribuido al desarrollo de métodos cuantitativos capaces de indagar en las causas del delito, así como en la efectividad de las políticas de seguridad. Concretamente, los economistas evaluamos si una política pública alcanzó los resultados esperados o, incluso, si tuvo efectos que no se anticipaban. Por ejemplo, la policía invierte muchos recursos en tecnología para disuadir y perseguir el delito. ¿Vale la pena instalar cámaras de seguridad en las calles de una comuna? Capaz vale la pena localmente, pero ¿Qué pasa con ese delincuente que ya no está operando en la zona donde se instalaron las cámaras? Como en cualquier actividad, el delincuente se adapta a las políticas de seguridad, alterando su actividad y/o desplazándose hacia zonas menos vigiladas. Por lo tanto, una medida de este tipo puede generar efectos en la seguridad de otras zonas de la ciudad que inicialmente no se esperaban.

Tu trayectoria profesional la ha ido decantando hacia la docencia e investigación ¿por qué?

Siempre disfruté mucho el ambiente que se respira en las universidades. Es muy gratificante trabajar en una universidad, el ámbito natural para combinar docencia e investigación. La docencia y la investigación comparten en su ADN la vocación por acompañar y servir, algo que identifica a la espiritualidad ignaciana y que está detrás del compromiso por el bien común de la UAH. Pero como todo en la vida, fue un descubrimiento para mí y, en ese proceso, el doctorado fue clave. Desde que tomé la decisión de irme a estudiar a los Estados Unidos, recibí muchísima ayuda. Gente que había vuelto de un doctorado en el exterior o que se encontraba estudiando fuera en ese momento y, sobre todo, que recién me estaba conociendo. Entonces aprendí el valor que tiene ayudar y guiar, acompañar y ser acompañado. Y creo que la docencia y la investigación me permiten cumplir con esa vocación por el servicio haciendo lo que más me gusta.

También constituyen una oportunidad para transmitir la pasión que siento por la economía. Quiero transmitirles a mis estudiantes esa pasión que yo siento y ayudarlos a pensar como economistas. Me gusta guiar a los chicos y chicas que están cursando un pregrado o un magister, o colaborando en un proyecto de investigación, para que incorporen herramientas que le permitan desarrollar el espíritu crítico y la forma de pensar de un economista. Al final del día, ese es el valor que ellos tienen en el mercado. Las empresas y los gobiernos contratan economistas, entre otras cosas, por su capacidad de aportar un ángulo diferente a las discusiones relevantes. Es totalmente gratificante cuando mi docencia o mi investigación aportan en ese sentido.

¿De qué se trata la investigación que estás llevando adelante con fondos adjudicados por la ANII?

Tobillera electrónica (Foto: www.rionegro.com)

Tobillera electrónica (Foto: www.rionegro.com)

A mediados de la década pasada, en Uruguay se empezaron a implementar tobilleras como medida cautelar en los casos de denuncia de violencia doméstica y violencia de género. Concretamente, el agresor recibe una tobillera para que la policía pueda monitorear que efectivamente mantenga la distancia con la víctima que dictaminó el juez. Sin embargo, no siempre hubo tobilleras disponibles para todos los casos o, incluso, el juez directamente dictamina la necesidad de custodia policial (o sea, un policía en la puerta de la casa de la víctima). Esta situación generó una oportunidad única para testear la sensibilidad que tiene el delito en la calle (las denuncias más frecuentes son por hurtos y rapiñas) ante un aumento en la presencia policial. Dado que habitualmente la policía se asigna a zonas donde hay mayor inseguridad, es muy complejo medir qué tan capaces son los policías de disuadir el delito. En términos prácticos, uno llegaría a la conclusión (errónea) de que, a mayor patrullaje, más delito. De forma similar, se podría notar que la salud de las personas internadas en hospitales es generalmente peor que la del resto de la ciudad. Entonces, ¿los hospitales causan un deterioro en la salud? Una forma de resolver este problema empírico es buscar motivos exógenos en la asignación policial (o sea, independencia entre la asignación policial y el delito que se está estudiando). Acá tenemos uno, porque el policía está asignado a una custodia que depende de un episodio de violencia doméstica y no de los hurtos y rapiñas que ocurren en la calle donde vive la víctima.

¿Las materias que impartirás tendrán también las perspectivas de las áreas que investiga como, por ejemplo, Economía del Crimen?

Sí, yo quiero transmitir mi pasión por la economía, es mucho más fácil hacerlo desde mis líneas de investigación. Por ejemplo, a los estudiantes les llama mucha la atención el uso de instrumentos básicos de microeconomía para analizar la seguridad pública. ¿Cómo hacemos esto? Pensemos en el modelo de oferta y demanda de delitos como originalmente lo propuso Gary Becker: las personas demandamos delitos (en la menor cantidad que nos sea posible), mientras que los criminales son los oferentes de este mercado. Iremos más a fondo o menos a fondo dependiendo del nivel del ramo y la etapa en la que esté el estudiante. Pero sí, eso es lo que siempre trato de hacer en mis clases.

¿Cuál es el sello que imprimirás a tus clases?

Trato que mis estudiantes se involucren. No creo que lo más importante sea que aprendan matemática o microeconomía en sí mismo, sino que mi ramo les deje herramientas que puedan volcar en el futuro cuando necesiten incorporar nuevas habilidades. Creo que es esto lo que les va a permitir insertarse laboralmente o continuar estudios de postgrado. Me preocupa que los estudiantes valoren los procesos, que vean mucho más allá del contenido puntal, y que incorporen un ángulo diferente que fortalezca su capacidad de pensar de manera crítica. Los economistas tenemos un rol muy importante en las ciencias sociales: tenemos vocación por lo formal, por la matemática, y eso nos estructura un poco, pero a la vez también nos permite tener dentro de esa estructura un aporte que complementa al de otras disciplinas.

¿Te identificas con el espíritu de la UAH puesto en el bien común?

La Universidad Alberto Hurtado es una institución muy consciente y muy preocupada por lo que pasa en su entorno, por la realidad en la que vivimos. En el Departamento de Economía de la FEN hacemos investigación, nos interesa la academia, nos interesan nuestros estudiantes, pero también nos interesa lo que nos rodea más allá de los muros de la universidad. Y para mí eso siempre fue muy importante. Como te decía antes, ese fue el motor que me impulsó a volcarme a la investigación y la docencia. Yo me siento cómodo aportando a la sociedad desde la academia, pero también siento que uno puede y debe hacer más que escribir papers académicos. Es fundamental el equilibrio entre la excelencia académica y la conciencia de qué es lo que desvela a la sociedad de la que somos parte.

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