En una distendida reunión en el Aula Magna, a la que asistió parte importante de la comunidad, el rector Cristián del Campo SJ aseguró que “hoy estamos pisando más firme y eso nos va a permitir empujar con más fuerza. Personalmente, doy gracias a Dios, al Padre Hurtado, a toda la gente que ha trabajado muy duro y nos ha apoyado. Hoy podemos mirar con esperanza el futuro”.
La acreditación, vigente hasta 2030, no solo certifica el cumplimiento de estándares de calidad, sino que también reconoce el sello propio de la Universidad Alberto Hurtado: una formación orientada al bien común y la justicia social.
“Ese sello, que intentamos impregnar en nuestras y nuestros estudiantes —afirmó el rector—, los pares ven que es identificado por empleadores, por estudiantes, por quienes han egresado y se han graduado, de pre y postgrado, por quienes reciben el impacto de nuestras acciones de vinculación con el medio. Y es una profunda satisfacción”.
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Comunidad, cohesión y visión compartida
Más allá de los indicadores, de todo el proceso de evaluación resaltó un elemento esencial: el espíritu de comunidad. “El sentido de cohesión, el sentido de participación, el cariño que se expresó, fue algo muy notable, que los pares observaron. Y se los quiero agradecer, porque da cuenta de este espíritu de comunidad que para nosotros es un regalo enorme y que tenemos que cuidar”, expresó el rector Cristián del Campo SJ.
Previo a este veredicto, la Universidad elaboró un plan de desarrollo a cinco años que fue aprobado recientemente por la Superintendencia de Educación Superior y que entrega una hoja de ruta clara y sustentable para el periodo 2025-2030: “La Superintendencia nos dice que lo que proyectamos es razonable y por tanto es una ruta clara para avanzar”.
Durante su intervención, el rector agradeció a las vicerrectorías, direcciones, equipos técnicos, administrativos, académicas y académicos, estudiantes, sindicato y personal de servicios, en definitiva, a todas las personas que hicieron posible este logro colectivo. “Muy especialmente, quiero dar las gracias a las y los estudiantes, en particular a quienes estuvieron representados en su Federación, que tuvo un rol realmente destacable. Creo que nos sacamos la lotería —aunque sea una expresión un poco antigua—, porque la verdad es que contamos con una Federación de Estudiantes de lujo, y eso merece ser reconocido“, apuntó el rector.
En el cierre de su discurso, el rector hizo un llamado a mirar el futuro con esperanza y responsabilidad, reconociendo también los desafíos que se deben enfrentar con participación y autocrítica. Entre ellos, mencionó la actualización de la política de planta académica y la consolidación de una gestión financiera sostenible: “La espiritualidad de San Ignacio, que inspira a la Compañía de Jesús, siempre nos invita a soñar en grande y a aterrizar esos sueños en lo concreto, en el tiempo y lugar que nos toca vivir”.