Innovación y cuidado: la historia de Estefanía Rojas en la primera Hackathon UAH

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La primera edición de la Hackathon UAH marcó un hito en la Semana de la Inteligencia Artificial, reuniendo a estudiantes de distintas disciplinas para crear soluciones con impacto social real. Entre las propuestas destacadas, una app pensada para aliviar la carga de quienes trabajan y ejercen roles de cuidado se llevó el primer lugar. Detrás de este proyecto estuvo Estefanía Rojas, estudiante de Ingeniería Comercial, cuya motivación y sensibilidad dieron forma a una iniciativa profundamente humana.

Vivir la hackathon: intensidad, emoción y propósito

Para Estefanía, la jornada fue más que un ejercicio académico; fue una experiencia transformadora.
“La describiría como una experiencia súper intensa y enriquecedora. Todo el día sentí mucha energía, creatividad y ganas de construir algo que realmente aportara”, recuerda.

En su relato aparece un elemento que se repite: la emoción de ver cómo una idea nacida desde vivencias familiares se convertía, en cuestión de horas, en una solución concreta. “Fue un proceso que me desafió, pero también me dejó muy orgullosa de lo que pudimos crear”, afirma.

Lo que más la sorprendió no fue la competencia ni el tiempo acotado, sino la profunda colaboración entre personas que venían de mundos distintos: “Me sorprendió lo colaborativa que fue la dinámica. Ver cómo cada integrante del equipo aportó desde su área fue increíble”.

A nivel personal, la hackathon la conectó con algo íntimo: su pasión por trabajar desde el propósito.
“Me di cuenta de que cuando algo te mueve de verdad, encuentras el impulso para dar lo mejor de ti”, reflexiona.

Motivaciones que nacen de la vida cotidiana

La chispa del proyecto surgió desde un lugar profundamente humano: las propias familias de los tres integrantes del equipo.

Conversando sobre sus experiencias, se dieron cuenta de algo que los unía. “Todos conocíamos de cerca lo desafiante que es equilibrar trabajo y cuidado. Quisimos proponer algo que realmente ayudara en ese día a día”, cuenta Estefanía.

El momento decisivo llegó al mapear la experiencia de quienes cuidan. Ahí comprendieron, casi con un golpe emocional, el alcance del problema. “Cuando vimos la sobrecarga que enfrentan miles de personas, entendimos que podíamos marcar una diferencia”, explica.

Un equipo formado desde la amistad y el cariño

La historia de este equipo no comienza en un aula, sino en la pastoral universitaria. “Estuvimos todo el año juntos participando en la pastoral; hicimos la confirmación juntos”, comparte Estefanía, con evidente cariño.

La amistad construida durante meses fue la base del trabajo. “Son personas muy inteligentes y con ganas de aportar. Supe siempre que seríamos un gran equipo”, reconoce.

Cada uno trajo consigo una forma de ver el mundo:

  • Cristóbal aportó sensibilidad social y una mirada comunicacional humana.
  • Tristán sumó estructura técnica y enfoque geotecnológico.
  • Estefanía llevó al equipo la visión estratégica, el modelo de valor y la orientación a impacto.

Pero no todo fue fácil. “Lo más desafiante fue aprender a traducir nuestras ideas en un lenguaje común”, cuenta. Lo más enriquecedor, en cambio: “Ver cómo, al unir nuestras perspectivas, el proyecto tomó mucha más fuerza y profundidad”.

La app: tecnología al servicio de quienes cuidan

La solución que desarrollaron responde a una realidad silenciosa: miles de personas—mayoritariamente mujeres—sostienen la vida cotidiana de sus familias mientras trabajan jornadas completas. “Nuestra app busca ordenar lo cotidiano para aliviar la carga de quienes cuidan”, explica Estefanía.

La plataforma permite digitalizar documentos, exámenes médicos y antecedentes clínicos, transformando carpetas dispersas en información inmediata en caso de emergencia. “Queremos que las personas puedan tomar decisiones sin estrés y sin miedo a no encontrar un papel clave en un momento crítico”, señala.

El uso de IA potencia el valor del sistema: genera alertas, identifica patrones familiares y prioriza tareas según contexto. “La IA no reemplaza el rol humano, sino que lo apoya”, enfatiza. El público objetivo es claro: quienes trabajan y, además, cuidan. “Imaginamos un uso simple, que dé organización y tranquilidad, no más carga”, dice.

Un impacto social que comienza en casa

El equipo decidió enfocarse en personas cuidadoras porque conocen de cerca sus desafíos. “Son quienes más carga llevan y casi nunca cuentan con herramientas que realmente faciliten su trabajo”, afirma Estefanía.

La aspiración es grande, pero profundamente concreta: “Si una familia puede anticiparse a un problema o no perder tiempo en una emergencia, ya estamos generando un impacto positivo”. Con relación a esto, la mentoría que recibieron como premio será clave para avanzar hacia un prototipo robusto. “Queremos validar el análisis familiar y asegurar que la experiencia de uso sea realmente intuitiva”, proyecta.

La emoción del reconocimiento y la convicción del camino

El anuncio del primer lugar fue un momento que Estefanía no olvida: “Sentí mucha emoción y orgullo. Era un reconocimiento al esfuerzo, pero también a la intención que había detrás”, confiesa. Para ella, la innovación no es solo tecnología: es sensibilidad, escucha y propósito. “Esto confirma que quiero trabajar donde la tecnología sea una herramienta para mejorar la vida de las personas”, declara.

A quienes estén pensando en participar en futuras hackathons, les deja un mensaje: “Que se lancen sin miedo. Las ideas se construyen en el proceso y uno siempre sale con más claridad de la que tenía al inicio”.

Una estudiante con mirada social, una universidad que impulsa el cambio

La historia de Estefanía sintetiza el espíritu de la Semana de la Inteligencia Artificial en la UAH: innovar no para deslumbrar, sino para servir; no para competir, sino para cuidar; no para reemplazar, sino para acompañar.

Su proyecto no solo ganó una hackathon: abrió una posibilidad real de transformar la vida de miles de familias mediante tecnología con sentido humano.

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