Por Consuelo Silva Buston* y Nicolás von Hausen**. *Académica FEN UAH, PhD Economics Tilburg University. **Egresado Economía FEN UAH.
Publicado en revista Observatorio Económico Nº 94, 2015.
La crisis financiera que se vivió la década recién pasada, dejó en evidencia la fragilidad de las fuentes de financiamiento de las instituciones financieras ya que el incremento de la incertidumbre generó el congelamiento de distintos mercados de financiamiento y la corrida en contra de un número considerable de bancos alrededor del mundo. Esta falta de liquidez provocó la quiebra de muchos de estos bancos y, con el fin de evitar un peor resultado, creó la necesidad de costosos salvatajes por parte de los gobiernos correspondientes. La severidad del impacto de estos hechos ha impulsado a los reguladores bancarios de los distintos países a enfatizar la importancia de un manejo adecuado de riesgo de liquidez en dichas instituciones. Con este propósito, el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea ha propuesto dos estándares de liquidez para el manejo del riesgo y benchmarks para su supervisión: el LCR (liquidity coverage ratio o ratio de cobertura de liquidez) y el NSFR (net stable funding ratio o ratio de financiamiento estable neto). Ambas medidas buscan aumentar los niveles de liquidez mantenidos por los bancos y de esta forma, mejorar la estabilidad de las instituciones financieras con respecto a variaciones en sus fuentes de financiamiento.
El LCR está definido como la razón entre el stock de activos muy líquidos de alta calidad sobre las salidas de caja netas esperadas para los próximos 30 días (suponiendo un escenario de estrés). La segunda medida, el NSFR, se define como la razón entre el financiamiento estable disponible y el financiamiento estable requerido¹. Según los requerimientos de Basilea, ambos ratios deben ser mayores que 1. Es decir, los bancos deben mantener una cantidad de liquidez al menos igual a la cantidad de liquidez que eventualmente necesitarían en un escenario negativo.
En octubre de 2014 el comité de Basilea publicó el estándar final del NSFR, que se convertirá en una norma mínima a partir de enero de 2018. El proceso de implementación de dichos requerimientos se encuentra ya en estudio en varios países y si bien, existen beneficios claros: bancos más estables (y todo lo que esto conlleva), existen también diversos costos. Ambos, deben ser analizados en el contexto de cada país.
En cuanto a los beneficios, varios estudios muestran que un aumento en los niveles de capital y liquidez en los bancos disminuye la probabilidad de que ocurra una crisis financiera. En particular, estos estudios muestran que un aumento en un 1% en la liquidez de los bancos, disminuiría la probabilidad de crisis en entre un 2% y un 6%, dependiendo del país analizado (Barrel et al. (2009), Yan et al (2012), Kato et al. (2010)). Adicionalmente, otros estudios revelan que las crisis financieras tienen efectos negativos temporales, pero también permanentes en el PIB (e.g. Bordo et al (2001), Cerra y Saxena (2008)). Dados los argumentos anteriores, un mayor nivel de liquidez reduce los costos esperados de una crisis financiera.
Por otro lado, un aumento en los niveles de NSFR también implica costos. El principal sería una potencial disminución en los préstamos otorgados, y en consecuencia, una potencial disminución del producto de largo plazo. Esto podría suceder a través de dos vías o una combinación de ambas: primero, el aumento de los requerimientos de liquidez aumentaría los costos de financiamiento de los bancos al sustituir entre sus fuentes de financiamiento. Para mantener el rendimiento sobre los capitales, los bancos prestarían a una tasa más alta lo que reduciría la cantidad de préstamos demandados por firmas y hogares. Segundo, al buscar cumplir con el requerimiento, los bancos tenderán a sustituir sus activos menos líquidos y que requieren financiamiento estable, por ejemplo los préstamos comerciales, por activos más líquidos de alta calidad que no requieren financiamiento estable, como caja. Por lo tanto, disminuiría la cantidad de préstamos otorgados a la economía. Ambas vías reducen la cantidad de préstamos a firmas y hogares para financiar sus proyectos, lo que reduciría la inversión y el consumo, por ende la producción en el largo plazo.
En Chile, la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) se encuentra en proceso de análisis de los efectos de la implementación de dichas normas de liquidez al sistema bancario. En este artículo presentamos una radiografía de la situación actual del sistema bancario chileno con respecto a este estándar y una discusión acerca de cuáles serían los potenciales costos de la implementación de dicha norma en nuestro sistema.
NIVELES DE LIQUIDEZ EN CHILE
En una primera inspección de los niveles de liquidez de los bancos en Chile, calculamos el nivel de NSFR actual para cada banco. Por restricciones sobre la desagregación de los datos disponibles (base de datos de Bankscope), podemos calcular una proxy del NSFR (basado en Dietrich et al. (2014)). El gráfico 1 muestra un ranking de los bancos de acuerdo a este ratio al año 2013. En este gráfico podemos notar que la mayoría de los bancos cumplen con el requerimiento de un NSFR mayor o igual a 1. Específicamente, al 2013 sólo dos bancos no cumplirían este requisito.
Es interesante también observar la trayectoria de esta medida a lo largo del tiempo, en particular, cómo se comportaron los bancos durante los períodos pre y post crisis financiera en términos de sus niveles de liquidez. El gráfico 2 muestra el promedio anual de los NSFR en el sistema bancario desde el año 2000. Tal como era de esperar, los bancos aumentaron sus índices de liquidez después del 2008 cuando estalló la crisis financiera y se mantuvieron en niveles altos durante los años siguientes. Es importante destacar que en promedio, el requisito de liquidez de los estándares de Basilea se cumple para todos los años considerados.
Estos dos gráficos sugieren que la implementación de las normas de liquidez, específicamente el NSFR, no significaría un cambio importante en el actual manejo de la liquidez en nuestro sistema bancario. Según la evidencia mostrada en este artículo la mayoría de los bancos estarían cumpliendo con los estándares.
IMPLEMENTACIÓN DE LA NSFR EN CHILE
Tal como señalamos, uno de los costos de un aumento en los requerimientos de liquidez en los bancos sería una potencial reducción en el crédito otorgado a los hogares y empresas. Esta falta de crédito limita las posibilidades de llevar a cabo los proyectos de las empresas, lo que trae como consecuencia una desaceleración de la economía. En este sentido entonces, es importante mirar la relación entre NSFR y el crédito en el sistema chileno. El gráfico 3 muestra esta relación: el NSFR mantenido por los bancos versus los créditos otorgados por cada banco como porcentaje de sus activos totales al año 2013. El gráfico revela una aparente relación negativa entre NSFR y créditos para el caso de los bancos chilenos, tal como la teoría lo sugiere: una mayor liquidez mantenida por los bancos está negativamente relacionada con los préstamos otorgados. Esto puede ser porque los bancos sustituyen créditos por activos más líquidos o porque el costo de financiamiento aumenta y este aumento es traspasado a los consumidores en forma de tasas de créditos más altas.
Hasta ahora hemos expuesto que, en caso de ser implementado, hasta el 2013 la mayoría de los bancos chilenos cumpliría con los requerimientos de Basilea. Adicionalmente, se ha documentado que un mayor NSFR se relacionaría con una menor cantidad de créditos otorgados a la economía por parte de los bancos. Una pregunta importante en este punto es ¿cuán importante, en cuanto a tamaño, son los bancos que cumplen (y los que no cumplen) con estos requerimientos en el sistema chileno? Si los bancos que no cumplen con los requerimientos de capital son muy grandes con respecto al resto del sistema financiero, entonces el efecto negativo final en el crédito podría tener una importancia mayor. Analizamos esta pregunta en el grafico 4 que muestra la proporción de los activos (en billones de US$) de los bancos que cumplirían (azul) versus los que no cumplirían (rojo) los requerimientos de liquidez. Es evidente que, para todos los años considerados, la proporción de activos en el sistema de bancos que no cumplirían las normas de liquidez es poco importante con respecto a los que si las cumplirían. Por lo tanto, el efecto negativo en los créditos otorgados por el sistema podría ser limitado y por ende, de menor importancia en el efecto negativo en la economía.
Podemos concluir que la implementación de las normas de liquidez en nuestro sistema no debería implicar una reducción importante del crédito y la desaceleración en la economía. Por lo tanto, dicha implementación podría ser beneficiosa para Chile pues podríamos gozar de bancos más estables, lo que disminuiría la probabilidad de una crisis bancaria.