Productividad y Crecimiento: ¿La Hora de Reformas Microeconómicas?

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productividad

Por Carlos Ponce, Ph.D. en Economía, Universidad de California, Estados Unidos y Académico FEN UAH.

oe81 Publicado en revista Observatorio Económico Nº 84, 2014.

Uno de los pocos acuerdos que existe en economía es la importancia central que la productividad posee en el desempeño económico de los países a largo plazo. Pero, ¿Qué es la productividad?, ¿Cuál ha sido la evolución de la productividad en Chile?, ¿Cómo pueden las políticas públicas afectar su el crecimiento? En este artículo no se pretende responder estas preguntas sino más bien, ofrecer ciertas perspectivas sobre un tópico tan importante.

La productividad es simplemente una medida de eficiencia en el proceso productivo: la medición de cuánta producción se obtiene en relación a la cantidad de insumos (trabajo y capital) que se utilizan para obtener tal nivel de producto. Por razones técnicas, los economistas se refieren a ella como productividad total de los factores (TFP). La TFP se define como el cambio en la producción total de la unidad económica estudiada (empresa, país, etc.) que no puede explicarse por cambios en los insumos productivos (trabajo y capital). Desde esta perspectiva, la TFP es una medida de la “ignorancia” de las múltiples causas que afectan la eficiencia del proceso productivo.

El lector puede entonces, legítimamente, cuestionar cualquier emprendimiento dedicado a estudiar la TFP. Sin embargo, no existe ningún indicador de éxito económico más certero que dicha productividad. La evidencia macroeconómica es abrumadora. Hall & Jones (1999) muestran que las diferencias en la TFP explican la mayor parte de las variaciones en el ingreso per-cápita entre países. Basu et. al. (2012) demuestra que el crecimiento de la TFP captura adecuadamente las mejoras de bienestar de un país. Cole et. al. (2005) argumenta que las diferencias en la TFP explican el pobre desempeño de los países latinoamericanos en comparación con los países del este Asiático. Finalmente, Bergoeing et. al. (2010) sugieren que el crecimiento de la TFP entre 1980 y los primeros años de 1990, es el principal responsable del destacado desempeño de Chile en materia de crecimiento económico. Existe también una extensa literatura microeconómica que documenta la importancia de la TFP de las empresas para su supervivencia, su crecimiento, los salarios que pagan y los precios que cargan. Syverson (2011) ofrece un excelente resumen de esta literatura.

¿Cómo ha evolucionado la TFP en Chile? Varios estudios cuantifican los cambios que ha experimentado, algunos como Magendzo & Villena (2012) y Vergara & Rivero (2006). Un ejemplo más reciente, en el cual se basa este análisis, es Syverson (2014). De estos estudios, se aprecia la existencia de dos períodos claramente diferentes en cuanto a la evolución de la TFP.

Una primera y exitosa etapa que se extiende desde el año 1985 hasta el año 1997, en la que la TFP creció a tasas muy significativas. Por ejemplo, si bien la productividad no registró ninguna modificación en los años 1990 y 1993, su desempeño fue excepcional para los años 1989, 1991, 1992 y 1994 con tasas de crecimiento que en algunos casos se acercaron al 6% anual. No debe sorprender entonces, que en este período la economía chilena creciera a una tasa anual promedio cercana al 7,5%.

Un segundo y desalentador ciclo (1998 hasta el año 2012) se caracteriza esencialmente por un pobre desempeño en materia de productividad. Por ejemplo, el año 2004 exhibe la mejor perfomance con un crecimiento de la TFP ligeramente superior al 2%. Sin embargo, el crecimiento de la productividad resultó negativo para algunos de los años comprendidos en este período (2002, 2008 y 2009). No sorprende tampoco que, en consonancia con la evolución de la TFP, la economía creciera moderadamente a un ritmo anual promedio del 3,5%.

Si bien este segundo período estuvo marcado por la presencia de significativas crisis internacionales (1999 y 2009), el pobre desempeño en materia de productividad no puede atribuirse, al menos completamente, a estos choques externos. ¿Cuáles son entonces las posibles causas detrás de este magro desempeño en materia de productividad? Si bien la escasez de información estadística impide responder esta pregunta satisfactoriamente, mi conjetura, basada en el citado estudio de Syverson (2014), es que los elementos citados a continuación son cruciales.

En primer lugar, indicadores, basados en información del World Management Survey (WMS), sugieren que, en el aprovechamiento del talento empresarial y en la aplicación de prácticas gerenciales eficientes, Chile ostenta un desempeño magro muy similar al de países latinoamericanos como Argentina y muy por debajo de la perfomance exhibida por países desarrollados como Estados Unidos. Más aún, este déficit no desaparece a medida que los managers adquieren mayor experiencia en sus tareas gerenciales. Conviene entonces preguntarse: ¿Funciona adecuadamente el mercado de ejecutivos en Chile?, ¿Seleccionan las empresas a los mejores ejecutivos disponibles?, ¿Acceden los individuos más talentosos a este mercado?

En segunda instancia, existe amplia evidencia empírica que documenta una robusta relación positiva entre la intensidad de la actividad innovadora y la productividad de un país. El nivel de inversión en investigación y desarrollo (R&D) que Chile necesita no puede compararse con la que requieren aquellas economías que efectivamente “producen” inventos y desplazan la frontera del conocimiento. Sin embargo, Chile en este aspecto se encuentra especialmente rezagado. Por ejemplo, en los países latinoamericanos se contabilizan en promedio 500 investigadores dedicados a actividades de R&D por cada millón de habitantes. En Chile esa cifra alcanza solo los 357 investigadores por cada millón de habitantes. De manera similar, el gasto en R&D en Chile asciende al 0,4% del producto bruto interno, mientras que dicha cifra se duplica para el promedio de los países latinoamericanos. ¿Cómo debe Chile atraer capital humano altamente calificado con el grado de doctor?, ¿En qué sectores se requieren más esfuerzos en R&D?, ¿Qué esquema educativo permitiría a Chile maximizar la eficiencia de sus inversiones en R&D?

Finalmente, es conocido que la intensidad competitiva afecta el crecimiento de la productividad de dos maneras distintas: a través de un proceso de selección darwiniana, una mayor presión competitiva promueve la desaparición de empresas ineficientes mientras que alienta el crecimiento de empresas más productivas. Una segunda forma es mediante mejoras conocidas como eficiencia X. En palabras simples, una mayor rivalidad lleva a las empresas a mejorar su eficiencia invirtiendo en nuevas técnicas y personal más calificado. Siendo muy precavidos, información recolectada por el World Bank Enterprise Survey sugiere que la rivalidad empresarial doméstica (no sometida a la competencia internacional) ha perdido fuerza entre los años 2006 y 2010. Por ejemplo, en el año 2006 un 41% de las empresas reportaron que enfrentan menos de 5 competidores mientras que en el año 2010 esta cifra se ubica en torno al 51% de las firmas encuestadas. ¿Qué sectores son poco competitivos?, ¿Cuán competitivos son el sector de salud, educación, energía, telecomunicaciones, provisión de internet?

 

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