En la entrevista en Radio Cooperativa -realizada el pasado viernes 18 de diciembre- se abordaron los principales nudos críticos que impiden, por ejemplo, aumentar la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral, que ya era la más baja respecto de otros países de la región, pero que con la pandemia se profundizó a tal punto que se ha retrocedido una década de avances en esta materia, señaló Abarzúa.
Barreras culturales, legales y económicas forman parte del entramado que las desincentiva a incorporarse al mundo del trabajo. Y lo que más pesa son las razones de cuidado familiar (de hijos, de adultos mayores, etcétera), el rol que, histórica y culturalmente, se les ha atribuido a las mujeres. A ello se suma la devaluada y dispar estructura salarial, pues por igual trabajo las mujeres perciben menos que los hombres: “La mitad de la población gana $500 mil o menos. Sabemos que las mujeres reciben salarios, por igual labor, un 20% menos que los hombres […], el 42% de los hogares están dirigidos por una mujer”. Por lo tanto, precisó, las mujeres se ven enfrentadas a la disyuntiva de decidir entre el salario percibido y los costos que implica pagarle a un tercero para que cumpla las tareas de cuidado en su hogar.
Ante este panorama, el Decano fue enfático en que resolver estos nudos críticos pasa, necesariamente, por afrontarlos de manera decidida y urgente: “No es un cambio gradual de políticas públicas. Aquí, hay que hacer acciones decididas, acción afirmativa porque no solo se pierde riqueza y diversidad […]. El tema de igualdad de la mujer tiene que ver con crecimiento económico. Si las mujeres participaran como los hombres en el mercado laboral, este país podría crecer 2 puntos del PIB […] y también empiezan a gozar de autonomía psicológica, de empoderamiento y a expresarse con mayores niveles de igualdad”, todo esto, añadió, no puede dejarse a la dinámica de mercado: “…o a simples adhesiones voluntarias”.
Para Abarzúa, una salida es: “Un subsidio a las labores de cuidado para que las mujeres puedan volver al mercado laboral. Y eso sería una política pública afirmativa o con sesgo de género. Si eso no se hace, en general esos empleos que estamos perdiendo serán muy difícil recuperar, justamente, porque los costos de volver a incorporase son muy altos y no hay quien cubra las labores de cuidado”, también, dijo, se ha hablado de un Seguro. En esa línea, resaltó que este tipo de medidas responderían a una: “…política de género o con sesgo de género urgente y que de hecho los países desarrollados lo tienen entre sus dispositivos”.
Consultado respecto de la posibilidad que brindará una nueva Constitución Política para reducir las brechas de género, destacó: “No podemos perder la oportunidad de incluir a nivel Constitucional el principio de la igualdad entre mujeres y hombres. […]. Esta discriminación que ocurre con el acceso al crédito, la discriminación que ocurría con los planes de las Isapres, la discriminación que genera la figura de la sociedad conyugal en el matrimonio -que la mayoría de las parejas lo tiene por lo demás- en favor del hombre, no serían viables o deberían ser ajustadas si a nivel constitucional existiera el principio de igualdad entre hombres y mujeres. Y eso tiene que asegurarse en ese nivel para que ese principio tenga aplicación efectiva”.
Lo anterior, agregó, implicaría también, por ejemplo, revisar la normativa laboral y del Código Civil de tal forma de hacer acciones afirmativas de protección jurídica de los derechos de las mujeres.
Por todo lo anterior, Abarzúa concluyó que una nueva Carta Magna ofrece una oportunidad única e histórica, resaltando el hecho de haber ya incluido la paridad de género en la ruta Constitucional, pues: “Incorpora en su génesis” el principio de igualdad, lo que calificó como “una buena noticia” que anima a dejar plasmado, explícitamente, este principio en una nueva Constitución: “Son los tiempos culturales, mundiales que nos piden hacer esto y además que esto no puede esperar”.
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