Carlos Ponce, director Departamento de Economía: “En el Departamento hay un esfuerzo muy grande para estudiar temas que tengan un impacto en la sociedad”

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“En la Universidad Alberto Hurtado hay un proyecto institucional muy valioso de mediano y largo plazo. Sufrimos, como todas las instituciones en el mundo actual, oscilaciones y vaivenes de corto plazo, algunas veces positivos, y en otras ocasiones, menos favorables. Pero estoy convencido de que existe un proyecto académico de largo plazo y sólido. Y eso es muy atractivo para un académico”. Así lo asegura en esta entrevista, Carlos Ponce, Ph.D en Economía de la UCLA, EE. UU, nuevo director del Departamento de Economía de la FEN.

Reside hace diez años en Chile, la misma cantidad de años que lleva en la FEN, pues: “Por más que tuve algunas ofertas de otras universidades, preferí quedarme aquí”, asegura Carlos Ponce, quien asumió en mayo, nuevamente, la dirección del Departamento de Economía de la FEN. Su acento es inconfundible. Nació en una ciudad agrícola de la Provincia de Córdoba, Argentina. Durante esta entrevista, un par de veces enfatiza que Chile “no tiene cultura inflacionaria”, al evocar el giro que marcó el inicio de su carrera como economista.  Entró a la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), inscribiéndose en la carrera de Contador Público, porque, entre otras razones: “Ni siquiera sabía que existía Economía. Casi nadie hablaba de Economía, y estudiarla era casi como una declaración de muerte profesional”.

Sin embargo, la carrera tenía asignaturas de Economía: “…y me daba cuenta de que las materias de Economía me eran fáciles y me empezaron a gustar, a resultar interesantes porque las temáticas van más allá de lo que la gente cree […]. Mucha gente tiene la visión de que los economistas estamos interesados en los movimientos bursátiles y la Economía está muy lejos de eso”. El punto de inflexión llegó en el segundo año de la carrera cuando tenía asignaturas de Contabilidad, Economía y Estadística y debía definir la elección de mención a fin de año. Era 1989 y Argentina fue azotada por una crisis hiperinflacionaria: “Yo estaba estudiando y recuerdo que la inflación llegó a ser de 5 mil y tanto anual […]. La gente en los supermercados se dedicaba a cambiar el precio de manera permanente, porque era por minuto, por segundo, entonces era un caos. Evidentemente me dio una fuente adicional de motivación. Eso me impactó mucho, aparte que me gustaba la Economía, y la economía está relacionada a la política también de alguna manera, nos guste o no”.

Y hoy, se declara “un apasionado de la Economía”. En 1993 obtuvo la Licenciatura en Economía; en 1996, el Máster en Finanzas Públicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Argentina, y en el 2003, el Doctorado en Economía de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), EE. UU. Impartió clases en la UCLA; en el Instituto Universitario Europeo (EUI), Italia; en la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), España; en la UNLP y en la UNC. Ha ganado numerosos premios y fondos de investigación en Chile, Argentina, Uruguay y USA. Autor de varias publicaciones y papers.

Su arribo al Departamento de Economía ya es tierra conocida. Cuando la FEN inauguró los departamentos, Ponce fue el primer director del de Economía (2015-2018). Y regresa feliz al cargo. La idea, dice: “Es fortalecernos en la investigación […]. Aquí hay un interés generalizado en contribuir desde la expertise que tiene la gente del Departamento, no solo en estudios que se puedan publicar, que es una parte importante, sino también contribuir a generar conocimientos para el mejoramiento del país”.

De estos temas conversamos con Carlos Ponce:

¿Desde siempre tuviste interés en estudiar Economía?

Estaba confundido, como creo la mayoría de los jóvenes a esa edad. Mi papá me recomienda: tú eres bueno para los números por qué no vas y estudias Contador Público. Entonces me anoté.  Economía ni siquiera sabía bien que existía. En 1988, en la Universidad casi nadie hablaba de Economía, y estudiarla era casi como una declaración de muerte profesional, porque cuando uno se empieza a enterar había 6 o 7 personas de 500 que entraban a la Facultad de Ciencias Económicas que hacían Economía. Eran visto como gente muy rara que, a su vez, profesionalmente les iba ir muy mal monetariamente. A medida que iba pasando las asignaturas, me di cuenta de que había cosas que, por mi forma de pensar, mi forma de estudiar, se me iban ser muy difíciles siguiendo contador o administración de empresas. Por otro lado, me daba cuenta de que las materias de Economía me eran fáciles  y me empezaron a gustar, a resultar interesantes porque las temáticas van más allá de lo que la gente cree. Mucha gente tiene la visión de que los economistas estamos interesados en los números de la bolsa, de los movimientos bursátiles, y la Economía está muy lejos de eso. Los jóvenes entran porque tienen el deseo de cambiar el mundo, porque la Economía, a los que nos gusta, nos da como un instrumento, como una visión general de la macroeconomía y uno dice: con este instrumento puedo hacer las cosas mejor, que es, en última instancia, la motivación por la cual todo el mundo comienza a elegir Economía. Yo tenía la motivación de que me iba bien en Economía, que las otras me costaban más o por lo menos me llevaban más tiempo de estudios y no las disfrutaba tanto.

¿Cuál fue el punto de inflexión para cambiarte definitivamente a Economía?

Argentina es una economía muy turbulenta, entonces en 1989, que era el segundo año que estaba estudiando, en Argentina ocurrió un evento hiperinflacionario. Recuerdo que al frente de donde vivía, estaban saqueando supermercados, y la inflación llegó a ser de 5 mil y tanto anual. Cruzaba al supermercado para comprar y uno tenía que apurarse a ir a comprar a un pasillo porque en el momento que uno se demoraba 10 segundos, había alguien remarcando (aumentar el precio). La gente en los supermercados se dedicaba a remarcar, a cambiar el precio de manera permanente, porque era por minuto, era por segundo, entonces era un caos. Evidentemente me dio una fuente adicional de motivación. Eso me impactó mucho, aparte que me gustaba la Economía y la Economía está relacionada a la política también de alguna manera, nos guste o no. A mí me impactaba mucho el hecho de que la economía argentina estaba prendida a fuego, para decirlo en un término coloquial. Estaba en el segundo año, aún con algunas contabilidades, con economía y estadísticas. Y tenía que definirme a final de año. Y yo creo que fue un factor decisivo.

¿Te interesó la Economía finalmente porque piensas que con ella se puede cambiar el mundo?

Me gusta estudiar. Siempre, desde pequeño, mis padres me incentivaron mucho a estudiar y disfruto estudiando y aprendiendo. Y entender la disciplina permite entender la vida desde otra perspectiva. La Economía va mucho más allá de la parte financiera, que es, muchas veces, de lo que la mayoría de los economistas hablamos. Pero la economía busca entender cómo se comportan los individuos en una sociedad en un sentido amplio. Por supuesto, que nuestra visión es necesariamente limitada y requerimos complementarla con otras disciplinas. A partir del conocimiento solo podemos mejorar nuestra sociedad.

¿Cuándo llegaste a Chile y por qué elegiste la UAH?

Me vine a establecer en el 2012. Y desde el 2012 estoy trabajando aquí, feliz. Por más que tuve algunas ofertas de otras universidades, preferí quedarme aquí.

Mi impresión es que no hay muchas universidades en el ámbito chileno que apuesten por un proyecto académico. En la Universidad, esa es mi impresión, hay una especie de compromiso de armar algo estable de largo plazo académico. Y eso, para un académico es muy atractivo. A los académicos, por supuesto nos importa el dinero, pero no todo es dinero, o sea, somos personas que nos gusta la libertad laboral, somos un poco huraños, trabajamos encerrados haciendo cosas, valoramos la libertad de pensamiento, de expresión, etcétera. Y esa idea de que acá hay un proyecto sólido que por lo menos yo, y creo que mucha otra gente también lo percibe. En la Universidad Alberto Hurtado hay un proyecto de mediano y largo plazo; puede tener vaivenes, puede ser por los ciclos económicos, a veces van mejor, a veces peor, pero tú sabes que se quiere formar algo sólido, que se está tratando, y se intenta y se logran formar cosas sólidas, y eso me parece muy atractivo para un académico.

¿Tus áreas de interés en materia de investigación son la Innovación, Organización industrial y Teoría de Juegos, algunos ejemplos?

Muchas de las cosas que hago de Innovación aplico Teoría de Juegos. De hecho, ahora vamos a publicar un artículo con el profesor Ramiro de Elejalde y Flavia Roldán (uruguaya), en una revista académica, Industrial and Corporate Change, donde estudiamos cómo la entrada de las importaciones de China afectó a la innovación en Uruguay. No había casi estudios para países pequeños en desarrollo; había cosas de cómo afectan en USA y en Europa.

En Organización Industrial con una coautora escribimos un artículo usando elementos estadísticos de Teoría de Gráficos para analizar conspiraciones de colusión en Europa. Estudiamos un caso en particular que se llama el “Cartel del grafito”. La Unión Europea lo detectó y lo desintegró y les cobró multas a las empresas. Lo estudiamos porque había información sobre todas las reuniones que habían mantenido esta gente para coludir: cómo coludían, en qué lugar se encontraban. Tratamos de reconstruir el gráfico de la red, acerca de cómo se comunicaban para conspirar en el sentido de subir los precios del grafito. Entender cómo se organizan las actividades de colusión es clave para prevenir futuras conspiraciones.

Ahora también trabajo con un amigo que es profesor en Minnesota, USA. Estamos tratando de trabajar sobre el diseño eficiente de sistemas de comunicación entre individuos en redes sociales. En este proyecto estamos utilizando Teoría de Juegos y esperamos poder hacer alguna contribución.

Hice una tesis en el doctorado que tiene un componente de política económica que es el tema de los derechos de propiedad intelectual, de las patentes básicamente. Me dediqué a hacer artículos más de naturaleza académica sobre la importancia de las patentes, cuán importantes son para la innovación y cómo diseñar un sistema de patentes que sea óptimo, cuánta protección darle a un innovador para que no lo copien. Los derechos de propiedad son importantes, pero hay que tener mucho cuidado, porque cuando uno entrega derechos de propiedad a cualquier cosa, al final esa cantidad de patentes termina parando o inmovilizando la innovación, porque la innovación es un proceso secuencial y si tienes miedo de que te vayan a demandar por cualquier cosa, empiezan a ser más importantes los abogados que los departamentos de ingeniería. Cuesta mucho innovar porque no sabes cuándo estás pisando otra patente y te van a venir a demandar.

Por eso, te esperas que un economista esté hablando del precio del dólar y en realidad me tienes hablando de temas que no esperas.

Es muy amplio el campo de acción

Es muy amplio. Hay gente que se dedica a estudiar temas de educación, salud, crimen, etcétera. Por ejemplo, al analizar el problema del delito, los economistas se cuestionan acerca de la posibilidad de pensar al mismo como una actividad económica con costos y beneficios. Las penas son, de acuerdo a la racionalidad de la disciplina, parte del costo de delinquir. Se conoce, por ejemplo, que en cuanto a delitos a la propiedad (robos), una forma de disuadirlo es mediante la calibración adecuada de las penas. Sin embargo, en cuanto a los delitos que atentan contra la vida de personas, las penas no son elementos disuasivos eficientes.

¿Ni la pena de muerte?

A ese tipo de delitos no les hace absolutamente nada. Los economistas decimos que esta clase de delitos es inelástica a las penas. Las penas no disuaden los delitos que afectan la vida de las víctimas.

Se nota que te apasiona la Economía

Soy un apasionado de la Economía, me encanta; pero me gusta mucho de todo. Trato de leer biología, escucho podcast o trato de entender un poco de psicología. Me interesan también algunos temas de naturaleza política como, por ejemplo, lo que hoy se llama la Cultura de la Cancelación en EE. UU. La Economía es una herramienta que nos ayuda a pensar una amplia variedad de temas que a priori no parecen económicos.

¿Cómo fue tu experiencia como primer director del Departamento?

Ser director de departamento es un proceso agotador. Más que nada es la provisión de un bien público porque, por ejemplo, los más jóvenes por más que tengan que hacer tareas administrativas tienes que dejarles más espacio para que investiguen porque están empezando. Y ser director de departamento requiere un montón de tareas que no dejan de ser apasionantes, pero que no son exactamente de investigación. Entonces lleva tiempo. Es una tarea si se quiere un tanto política porque se trata básicamente, de persuadir, de trabajar con gente, de comunicar. Entonces es agotador y cuando uno lleva tres años, la productividad baja, porque uno tiene menos tiempo para trabajar en la investigación. Usualmente es bueno que haya turnos si hay un consenso. Necesitaba realmente volver un poco a la parte de investigación y había un consenso de que fuera también otra persona, que no pasaba nada si yo no estaba. Nadie es indispensable.

¿Y a pesar de ser una experiencia agotadora nuevamente asumiste el cargo?

Es agotadora, pero estoy feliz de ser director porque uno puede influir, tratando de hacer cosas para mejorar la Facultad. Ahora estamos en un proceso de contratación, tenemos que buscar profesores nuevos, contratar buenos profesores, que publiquen. Eso requiere todo un proceso importante. Un director, de alguna manera, debe tener un liderazgo que aglutine a la gente.

¿Seguirás con el Plan Estratégico de la FEN?

Sí. La idea es fortalecernos en Investigación, Docencia y Extensión. En la Facultad hay un interés generalizado en contribuir desde la expertise que tienen los profesores. Pero no solo en estudios que se puedan publicar, que es una parte importante, sino también contribuir a generar conocimiento para el mejoramiento del país. En el departamento, hay profesores que trabajan en economía Laboral, economía de la regulación, salud y macroeconomía. Soy optimista, creo que en el futuro vamos a poder aprender mucho y colaborar con lo que el país requiera, y con lo que nosotros podemos hacer también.

¿Cómo se materializa esta rigurosidad académica propia de la disciplina en sintonía con el sello FEN de justicia social con crecimiento sostenible y sustentable?

En el Departamento de Economía hay un esfuerzo muy grande, por más que seamos pocos, para estudiar temas que tengan impacto en la sociedad. Voy a tratar de darle varios matices. La primera respuesta es que no hay ningún mecanismo más eficiente para sacar a la gente de la pobreza que el crecimiento económico y la creación de empleos de calidad. Voy a dar una cifra que siempre se las recuerdo a mis estudiantes: alrededor de la época de la Revolución Industrial, una persona vivía con el equivalente a 1 dólar diario y había 92% de pobreza; en el mundo hoy se dice que hay alrededor de entre 8% y 10% de pobreza. Debemos eliminar la pobreza que enfrentamos, pero debemos también reconocer que durante los últimos 200 hemos progresado sustancialmente en términos materiales.

Y después, por supuesto, vienen los temas de cómo se puede calibrar el crecimiento económico. Cuando se habla de sustentabilidad, debemos reconocer que uno de los insumos que hemos usado para lograr este progreso material ha sido el medio ambiente. En otras palabras, un costo asociado al crecimiento de los últimos 200 años es la contaminación ambiental que se ha generado. Nos tenemos que hacer responsables de que una parte del bienestar actual se ha logrado porque hemos usado el medioambiente. Ahora los desafíos son muy importantes: cuánto más se puede y a qué ritmo se puede seguir «usando» el medioambiente, teniendo en cuenta que este es un problema complejo que involucra a generaciones que aún no han nacido.

El otro problema, que creo es crucial, es cómo se distribuyen las ganancias del crecimiento económico. Uno de los desafíos que tenemos los economistas es entender por qué exactamente la gente cae en la pobreza, el tipo de ayuda que se necesitan y cuánto tiempo se requiere apoyo para salir de la pobreza de manera permanente. Si no conocemos exactamente cuáles son las causas que llevan a la gente a la pobreza, las ayudas estatales van a ser poco efectivas. El objetivo final es generar puestos de trabajo para que las personas puedan salir de la pobreza, insertarse laboralmente y contribuir a la sociedad. Me preocupa que las ayudas para aliviar a la pobreza no consideren la perspectiva básica de que el ser humano necesita sentirse útil contribuyendo a la sociedad. El problema es complejo y no hay una única solución. Hay, como decimos los economistas, trade-offs o soluciones de compromiso o balances entre ganancias y pérdidas sociales.

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