Ana María Fernández se incorpora al plantel docente de la FEN: “La lógica neoliberal no ha permitido en Chile entender que las Ciencias del Trabajo son un ámbito del conocimiento específico”

0

A contar del 1° de enero de este año, la académica Ana María Fernández, doctora cum laude en Economía Aplicada, Ciencias del Trabajo de la Universidad de Murcia, España, se integra al cuerpo docente de la FEN: “El área de las relaciones laborales se puede decir que es un área que lidera la Universidad Alberto Hurtado a nivel de país desde hace mucho tiempo”, sostuvo en esta entrevista con la que le damos la bienvenida a la FEN-UAH.

El mundo del trabajo, sobre todo desde el sindicalismo, me llamaba mucho la atención desde chica y siempre mi acercamiento ha sido que ser trabajadora es aportar igual que ser emprendedora a la sociedad, con el mismo rango. Entonces la valorización del trabajo siempre la tuve clara”. Ésta es la férrea convicción que ha acompañado la carrera profesional de Ana María Fernández, Ph.D doctora cum laude en Economía Aplicada – Ciencias del Trabajo, Universidad de Murcia, España (2017), quien a partir de enero de este año se suma a la planta docente de la FEN, impartiendo clases en Pregrado y Posgrado. Sus ámbitos de investigación están vinculados en materias de Gestión de Personas, Relaciones Laborales, Diálogo Social, Mercado del Trabajo, Formación para el Empleo, Políticas Sociolaborales.

Chiclana de la Frontera es su ciudad natal (Provincia de Cádiz, Comunidad Autónoma de Andalucía, España). Su carrera universitaria comenzó a mediados de la década de los 90, cursando su pregrado de Relaciones Laborales en la Universidad de Cádiz, España; lo terminó en la Universidad de La Sapienza de Roma (Italia), gracias a adjudicarse una beca de movilidad estudiantil del entonces Programa Sócrates de la Comisión Europea. De ahí se ha ido especializando con magíster y diplomados en universidades chilenas y españolas, obteniendo con honores su doctorado en Ciencias del Trabajo. A su llegada a Chile, trabajó como consultora en sus ámbitos de desempeño, colaborando con instituciones como Fundación Chile, Fundación Eurochile, y con el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SENCE).

Su acercamiento a la Universidad Alberto Hurtado (UAH) comenzó en el 2018, integrándose al equipo de investigadores(as) del proyecto Fondef – ANID “Mejorando las relaciones laborales: desarrollo y escalamiento del Sistema de Fomento al Diálogo Social en las organizaciones, Índice de Diálogo Social, IDIAS”, que ejecutan en conjunto las facultades de Economía y Negocios y de Psicología de la UAH. Al poco tiempo se integró al Magíster de Gestión de Personas de la FEN. Luego se incorporó como docente de planta en el Departamento de Política y Gobierno de la Facultad de Ciencias Sociales UAH.

Uno de sus sueños es que en Chile se tipifique la disciplina Ciencias del Trabajo: “Sería maravilloso, es mi sueño desde que llegué aquí, pero es la lógica neoliberal que tenemos en Chile, la que no nos ha permitido incorporar y entender que las Ciencias del Trabajo son un ámbito del conocimiento específico […]. El centro de estudio es el Trabajo, que integra el aspecto económico, pero que también es, absolutamente, humano”.

De estos temas conversamos con Ana María:

Tu tesis doctoral “Las características estructurales de los mercados de trabajo de las regiones de Chile. El aporte del análisis insumo-producto”, ¿fue precisamente motivada por tus experiencias laborales en el país?

Claro, ya conocía Chile, ya había estado en el Estado, sabía cómo funcionaba y sabía lo que quería. Y, de hecho, mi tesis doctoral fue premiada por excelencia académica, porque desarrollé un modelo nuevo, muy econométrico, pero que integra la variable social y considera las regiones como unidades de análisis.

¿Esa variable social es la que también distingue el objeto de estudio de las Ciencias del Trabajo?

La Economía analiza uno de los factores, que es el factor capital, pero nosotros, nuestro objeto de estudio es el Trabajo. El trabajo tiene la gracia que se compone de un aspecto económico, pero a la vez es un aspecto, absolutamente, humano, social. Entonces las Ciencias del Trabajo es una disciplina muy completa, transdisciplinar, donde el análisis es difícil generarlo con la suma de las partes independientes. La unidad del Trabajo es socioeconómica, es así, es imposible dividirla.

Las profesiones tienen una dinámica social que las van ajustando. Acá, la disciplina no la tenemos tipificada todavía, pero eso sería maravilloso. Es mi sueño desde que llegué aquí. […] Tenemos tantas necesidades en Chile en el área de las Ciencias del Trabajo […], pero es la lógica neoliberal que tenemos en Chile la que todavía no nos ha permitido incorporar y entender que las Ciencias del Trabajo es un ámbito del conocimiento especifico; tenemos una cultura absolutamente neoliberal, por eso el trabajo se considera como mercancía, es una mercancía más, entonces la abordan los economistas o desde perspectivas económicas.

Desde esa perspectiva, ¿cuál es el sello que imprimirás en tus clases en la FEN?

Me integro a la línea de investigación Gestión de Personas y Relaciones Laborales. Y estoy colaborando en el Diplomado Derechos Humanos y Empresa; mi idea es intentar integrar este tema de derechos y empresa de alguna forma en los programas de Pregrado. Me integro con dos asignaturas de Pregrado en Gestión de Personas, en la carrera de Ingeniería Comercial. Yo abordo el análisis económico desde el desarrollo y la política pública, pero no podemos olvidar que el centro y la visión siempre son las personas. Las organizaciones son entes sociales, que generan productos y servicios que tienen por finalidad que las personas podamos seguir viviendo mejor. Ese es el objetivo de la Economía. Ese es el sello que yo le quiero dar, un sello ético finalmente.

Y en ese contexto, ¿cuál es tu mirada de cómo deben tejerse las relaciones laborales?

Hay trabajo humano y trabajo mecanizado, por eso yo también entro en todo lo que es el tema de la innovación, todo lo que es interacción hombre-máquina, pero el fin último no es la producción propiamente tal. Cada vez más, el valor distintivo organizacional es el conocimiento, las habilidades. La diferencia no está en la máquina, sino en cómo se incorpora el trabajo humano en el proceso. Entonces, hay un doble flujo si entendemos que las empresas y la economía de mercado tienen un rol social: la visión es generar productos y servicios que permitan vivir mejor a las personas, a través del mercado. Para el proceso productivo, el valor estratégico sigue siendo las personas y eso supone que las relaciones laborales tienen que ser distintas, porque las personas tienen espacios de vida adentro y fuera de la organización; pero también están dentro de un sistema social interconectado, porque también esas personas son consumidores.

El análisis socioeconómico tiene que ser Trabajo-céntrico, pero entendiendo el trabajo en sentido amplio, el trabajo social, que incluye, por supuesto, el trabajo productivo, el proceso, el salario y la productividad, pero incluye otras problemáticas más, por ejemplo, cómo cuidamos a los mayores, a las mujeres que tienen hijos, eso es trabajo; cómo incorporamos eso en el sistema socioeconómico. El capitalismo tiene una base -un paradigma que hay que romper, y que en otros lugares ya está afuera- entendiendo que los recursos naturales eran gratuitos o ilimitados; el modelo capitalista ha usufructuado de eso. El trabajo asociado a la reproducción humana también era gratuito y también se usufructuaba de eso, pero resulta que no: por un lado, los recursos naturales son finitos y hay que cuidarlos, y, por otro lado, el trabajo de la reproducción de la vida social, que es desde el nacimiento hasta el cuidado de las personas con discapacidad, el cuidado de las personas mayores, todo eso tiene un coste; lo que pasa es que las mujeres lo han hecho gratis. La lógica es ir incorporando esa externalidad. La estructura social, las personas, la familia, el Estado, las empresas y el mercado necesitan un pacto social para acordar cómo se hacen cargo de ese coste. No se puede generar un modelo económico sustentable, donde una parte de la economía no se reconozca. ¿cómo hacerlo? Cada sociedad debe encontrar su respuesta. Yo creo que para allá vamos. Ese es mi sello, aportar en ese análisis.

¿Te identificas entonces con el sello social de la FEN-UAH en cuanto a compatibilizar el rigor de las disciplinas de la Economía con el desarrollo sostenible y sustentable de los países?

El desarrollo es relevante, pero para que lo sea, el crecimiento tiene que traducirse en la mejora de la calidad de vida de las personas. Éste es un foco que atraviesa todas las disciplinas de la Universidad Alberto Hurtado, y creo que no es por azar que los especialistas en Ciencias del Trabajo estemos aquí. El área de las relaciones laborales se puede decir que es un área que lidera la Alberto Hurtado a nivel país desde hace mucho tiempo; lo lideró Eduardo Abarzúa con Álvaro Soto que están formados en la Universidad Católica de Lovaina, también europea. Mi impresión es que hay una escuela aquí, en la Alberto Hurtado, que es muy diferente de las que hay en otras universidades chilenas.

¿Y a Chile le falta mucho camino respecto de los estándares de la OIT?

Los paradigmas, las escuelas del pensamiento, inspiran; marcan la academia, la vida política, la vida social, todo. Creo, que la base de uno de los argumentos que podrían explicar el rechazo, por ejemplo, a la nueva Constitución Política, es el gran arraigo de la ética neoliberal que tiene Chile en temas del día a día. Por ejemplo, el sistema de pensiones: eso de que todos quieren mejores pensiones, pero no un sistema solidario. Esta ética lleva 30 años, llevamos dos generaciones formadas con esos principios. Y eso nos condiciona la manera de interrelacionarnos socialmente. Somos una sociedad mercantilista, individualista. El cómo se aborda la política pública en general, el modelo de desarrollo del país y cómo eso se traduce en las distintas políticas sectoriales, está absolutamente condicionado por ello.

Es verdad que por lo menos se ha intentado, con dificultades, que el avance en las normas de las políticas laborales sea a través de procesos más o menos participativos y dialogantes. El programa de Trabajo Decente de la OIT ha ayudado. El dialogo social, esa manera de regular el trabajo, la política laboral del país, participativa, tripartita, funciona en otros lugares. En Chile, no hay esa cultura, pero yo creo que este Gobierno sí ha intentado introducirla y algo ha conseguido. Yo creo que hay un hito fundamental, que fue la negociación del salario mínimo. Ese acuerdo, que fue de verdad tripartito, si se sigue profundizando va a terminar siendo el hito histórico de la instalación del modelo participativo de generar las políticas sociolaborales en Chile, un modelo de democracia madura, que es el que promueve la OIT.

¿Entonces hay esperanzas de que pueda cambiar el sistema?

Yo creo que la Universidad Alberto Hurtado está en eso. ¿Cuánto somos capaces de ser líderes del pensamiento en el país?, yo creo que tenemos un gran camino para seguir avanzando, poco a poco, cada vez más, pero todavía no somos referentes, todavía no podemos decir que tenemos una gran influencia, aunque lideramos una visión, estamos generando escuela de pensamiento. Hay todo por hacer; para empezar, seguir formando masa crítica y creo que se está haciendo.

Compartir en redes