Christopher Romero, estudiante de Ingeniería Comercial y triatleta de la UAH, analiza el impacto de los Juegos Panamericanos en Chile

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Es estudiante de quinto año de Ingeniería Comercial de la UAH, triatleta de Tritotal Team, voluntario de los Juegos Panamericanos y organizó un conversatorio para identificar el valor del deporte en las organizaciones.

Su interés por el triatlón surgió como telespectador de los juegos de Río, Londres y Tokio, que lo sorprendieron por la práctica de nado, trote y bicicleta en una sola competencia. De eso han pasado años.

¿Qué significa para ti el deporte?

Es un arma individual porque es la llave y el pilar del máximo potencial del ser humano. Entrenar y avanzar en las metas y la perseverancia que da frutos es un regalo, así como saber que las cosas se pueden hacerse bien, es un pilar para enfrentar problemas familiares, adversidades en el trabajo, mejorar la calidad humana, tener más energía y ser más feliz. En los Juegos Paramericanos vimos compañerismo, respeto por la multiculturalidad y una tremenda convocatoria de gente que quiso ver deporte y que salió a las calles a disfrutar de esta fiesta deportiva.

¿Cómo compatibilizas el deporte de alto rendimiento con tus estudios?           

Es una fórmula secreta. Por ejemplo, la natación me permite ir en varios horarios; si tengo prueba, le digo a mi entrenador que me haga una modificación de carga y así estudio en la noche. De esa manera trato de equilibrar las dos partes, porque quiero seguir entrenando y no perder mi horizonte académico.

¿Qué legado dejan los Juegos Panamericanos?

Estos juegos fueron espectaculares. Nunca había tenido una experiencia tan bonita, porque lo viví de cerca como voluntario. Puedo decir que estos juegos son, sin duda, uno de los mejores eventos que ha tenido Chile en toda su historia deportiva. En mi caso, estuve en el aeropuerto recibiendo a los atletas y esa felicidad de llegar al país contagió a todos. Nosotros los apoyamos, los guiamos y fue hermoso compartir con ellos; sentir que son personas como todos nosotros, porque a veces uno los ve en televisión y se ven diferentes, pero en realidad hasta ellos mismos no les gusta esa categorización. El deporte es una actividad que no segrega por género ni por edad ni por nada. De verdad siento que es el alma más poderosa de integración de los países.

¿Cuál fue el encuentro que te emocionó?

Me quedo corto con las cosas tan emocionantes que viví. El primer día le di un regalo a la Martina Weil, que era una foto de ella en la portada de un álbum de Taylor Swift. Y su alegría al recibir este regalo fue tan emocionante, teniendo en cuenta que ganó medalla de oro… fue muy agradecida.

Antes de los Panamericanos realizaste en la UAH un encuentro para evaluar lo que se esperaba de esta fiesta deportiva, ¿con qué objetivo?

Me interesaba contar el sentido académico de los Juegos Panamericanos: analizarlo, estudiarlo y conversarlo más allá de lo meramente deportivo. Por ejemplo, con Matías Borquez, que fue nuestro invitado de la Facultad de Economía, hablamos de los desafíos que significa para el país y el impacto del deporte en la economía. Los juegos son una inversión muy grande que dejan una infraestructura de primer nivel, una cultura deportiva, una generación de nuevos deportistas y desde la economía múltiples beneficios.

Entender, por ejemplo, que una persona con mejor salud o más capacidad deportiva es una persona que se enferma menos y su producción es mejor, es un análisis de desarrollo humano. También quería entregar la perspectiva de Scarlett Gómez, que es seleccionada de futsal y una deportista gigante. Ella habló de las necesidades que tiene el fútbol femenino en todas sus categorías y evidenció que existen problemas y que hay que tomar las riendas para solucionarlos. Otro tema que analizamos fue con Enrique Bruñol sobre la perspectiva del negocio que hay detrás y cómo el marketing es tan importante para la empresa en sectores deportivos.

¿Como lo que pasó con Fiu?

El “fenómeno Fiu” y el marketing que se hizo con él es maravilloso, la cantidad de recursos que generó solamente la venta del peluche y los pines fue una locura nunca antes vista en Chile por una mascota.

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