Esthefania Chelo (27 años) ha sido doblemente reconocida por sus méritos académicos y formación integral, en sintonía con los valores y misión de la UAH. Para ella fue un honor, aunque, agrega, aún siguen siendo una sorpresa estas distinciones. Obtuvo el premio al Mejor Rendimiento de su promoción en Ingeniería Comercial (2024) y se le entregó el Premio Universidad Alberto Hurtado 2024, con el cual se distingue al estudiante: “que durante su vida universitaria y de manera integral, ha encarnado de mejor manera los valores que esta universidad promueve”. En este caso, Esthefania: “Fue premiada por personificar los valores de excelencia académica, compromiso ético y social, relaciones interpersonales sólidas y formación integral e identidad con la misión de nuestra universidad”. Cabe recordar que este premio se adjudica luego de una amplia consulta a académicos/as y administrativos/as de la FEN.
Contra viento y marea, Esthefania ha ido sorteando el impacto de experiencias personales complejas que ha vivido a lo largo de su vida, mostrando una notable capacidad resiliente. Confiesa que la Esthefania que entró a la FEN en el 2019, no es la misma Esthefania titulada en el 2024. Hechos de su vida que compartió en esta entrevista, fueron el Déficit Atencional y Trastorno del Espectro Autista (TEA) leve que le diagnosticaron solo hace un poco más de un año. Ingresó a Ingeniería Comercial (IC) de la FEN-UAH vía “Admisión Especial”, pues antes cursó la misma carrera, durante un año y medio, en la Universidad Técnica Federico Santa María (USM), sede Santiago. La Enseñanza Media la terminó con un 6,3; la carrera de IC, con 6,2, pero no se define “matea”. Tiene una veta artística muy fuerte: le gusta bailar, cantar (lírica, popular y un poco de jazz), pintar (al óleo y acrílico), escribir y también la Psicología; algunos de estos intereses, no descarta profesionalizarlos más adelante. Su abuela materna ha sido gravitante en su vida: “Sin ella, todo habría sido más difícil”, de hecho, parte de su discurso del día de la Premiación UAH, nos dice que lo hizo pensando en su abuela y también en su actual pareja. Hace unos tres meses trabaja en una empresa del área textil, en el área de Comercio Exterior y Recursos Humanos.
Estando ya en la UAH, empezó a materializar un valioso consejo que había recibido hacía un tiempo: “Para poder estar en la Universidad, mantenerse y que no sea una tortura, uno tenía que transformar a la universidad en un lugar agradable para estar. Porque si uno iba a la universidad sólo a estudiar, era un infierno, porque la ibas a asociar a un lugar de estudio, de recibir malas notas, de que te va mal en esto, de que te echaste un ramo”. Esta sugerencia, finalmente, cuajó en ella, cambiando su manera de relacionarse, porque cuando entró a la UAH: “Partí muy cerrada, sin ganas de hacer amigos, sin ganas de conocer a nadie, sólo quería que me fuera bien en los ramos y terminar luego la universidad […]; partí de una manera y terminé completamente distinta, fue un cambio radical que tuve”.
En su trayectoria académica, tomó asignaturas de la carrera de Psicología, lo que: “Me ayudó mucho a entenderme, me abrió mucho la mente. Ya estaba con terapia y llegaba a hablarle a mi psicóloga de las clases, a repasar, me gustaba mucho el tema”. El giro de 180° comenzó a darlo cuando decidió hacer ayudantías en Matemática y tutorías en el Programa de Acceso a la Educación Superior (PACE), de ahí, de a poco, comenzó a involucrarse en distintas actividades, sobre las cuales conversamos en esta entrevista:
¿En qué otras actividades de la vida universitaria te involucraste?
Mi grupo me postuló al Centro de Alumnos de Ingeniería Comercial. Estuve entre el 2022 y 2023, en el cargo de Coordinadora de Género. El primer año no participé muy activamente dentro de Ingeniería Comercial, pero sí participé, como representante de la carrera, dentro de una Mesa de Trabajo de la Universidad sobre un protocolo que tenían que tener las universidades para sancionar y denunciar situaciones de vulneración de género, en el marco de la Ley 21.369 que regula el acoso sexual, la violencia y la discriminación de género en el ámbito de la Educación Superior. Fue una experiencia muy enriquecedora porque hablábamos con estudiantes de otras carreras, con docentes, psicólogos, abogados; eran otros puntos de vista mucho más profesionales.
El segundo año empecé a hacer más cosas, programé actividades. Armé el primer Comité de Género de Ingeniería Comercial. Empecé también a conversar con la Unidad de Participación Estudiantil (UPE) para generar algún tipo de instancia, en la cual pudiéramos realizar una sensibilización, con el estudiantado masculino especialmente, para que pudieran ver y entender la perspectiva femenina dentro de la Ingeniería y cómo nosotras nos sentimos en un ambiente mayormente de hombres, porque no hay mucha sensibilización. Queríamos que se entendiera que el acoso existe y que son en situaciones que ellos tampoco las entienden, entonces había que sensibilizar sobre ciertos comportamientos que ellos no estaban tomando en consideración. Hicimos talleres participativos.
¿Qué balance haces de estas actividades?
Fue enriquecedor. Hice varias cosas para que se pudiera entender que la Universidad sí tiene mecanismos de acogida, sí tiene instancias de denuncia, sí hay protocolos ante violencia, sí hay lugares donde acudir y que mientras más se usaran y más se necesitaran, más presupuesto se podría destinar para ellos. El problema es que no se usan tanto estos procedimientos, estos protocolos de sanción y de denuncia y acuden mucho más a las funas. Entonces, si no lo están usando tanto, ¿para qué vamos a gastar mucho dinero en poder hacer un mega proyecto bueno, si al final sólo van a ser funas?
¿El llamado entonces es que las víctimas utilicen estos protocolos y no las funas?
Nunca se recomienda la funa; es un arma de doble filo que quita seriedad a los casos. Pero no culpo a las personas que lo hacen, porque los protocolos o procedimientos de denuncia no tienen una respuesta rápida, falta más personal para que gestione estas denuncias.
¿También hiciste tutorías a estudiantes de primer año de Ingeniería Comercial?
Sí. Generábamos pequeñas reuniones para mostrarles y explicarles más o menos cómo era la universidad, para que no estuvieran perdidos, para que supieran que hay una UPE, enfermería, casino, etcétera. Me gustaba esta experiencia, ya que me hacía parte de la Alberto Hurtado de otra manera, no iba sólo a estudiar, iba porque también mi persona podía ser de utilidad a otra gente. Me hacía cada vez más sentido el consejo que me habían dado, cada vez más me gustaba involucrarme. Después, pasó que se daban oportunidades, porque yo estaba en distintos grupos de WhatsApp, de ayudantía, tutorías, Centro de Alumnos y ahí posteaban enlaces de invitación para ciertas convocatorias de postulaciones.
¿Cuáles por ejemplo recuerdas haberte inscrito?
Una de difusión de la Universidad (Marketing) en las ferias vocacionales. Fue una experiencia muy enriquecedora. Ahí me di cuenta de que yo no había tenido orientación vocacional. Sabiendo eso, intentaba dar todo de mí para poder explicarles a las personas con seriedad y con la mejor disposición que era un proceso que se tenía que tomar con el mayor cuidado y con la mayor calma posible. Les hablaba de todo lo que podían hacer en la universidad, de las ayudantías, de trabajar en Marketing. Les contaba exactamente lo que yo había hecho para sentirme mejor en la universidad. De hacerse parte de la universidad y no solamente ir a estudiar, porque si no iba a ser una tortura.
Después me involucré en un proyecto de Vinculación con el Medio, de Ingeniería Comercial y Derecho. Nosotros hicimos clases de educación financiera a mujeres adultos mayores de una junta de vecinos del Barrio Brasil (Santo Domingo). Al principio fue difícil, ellas estaban bastante reacias, se sentían inseguras, decían que no sabían nada de finanzas. Entonces, yo decía, cómo no van a saber, si ustedes manejan toda la plata de la casa, la que la distribuyen, la que compran las cosas. Todo eso es finanzas. No tenían conciencia de lo que ellas mismas hacían. Entonces, la idea era hacerlas sentir un poco más seguras y empoderadas de que sí sabían finanzas, pero sólo que no conocían los términos.
¿Qué mensaje le darías a las nuevas generaciones de universitarios y universitarias?
El mismo que me dieron a mí, es una muy buena herramienta, siempre que la sepan ir desarrollando, porque por sí sola, en un principio, no significa nada y tampoco subestimar las cosas. La universidad no es solo ir a estudiar, sino que es mucho más. Quizá es un cliché, siempre se dice eso, pero hay que intentar interpretar ese cliché de acuerdo a la personalidad de cada uno. Mi interpretación fue involucrarme en la Universidad, haciendo actividades propias de la misma universidad. Eso, a mí me sirvió mucho. Y que cada uno entienda su propia manera de estudiar, porque hay muchas maneras distintas de estudiar.