A 36 años de la creación del sistema de pensiones, la rentabilidad promedio del Fondo C ha superado el 8% real anual. Un retorno elevado al compararlo con el 4% proyectado en sus inicios. Sin embargo, no contamos con estudios de “desempeño” recientes que nos permitan evaluar la posibilidad de haber obtenido rentabilidades aún mayores a las que hemos visto (con el mismo nivel de riesgo).
Es difícil encontrar buenas razones que justifiquen la ausencia de estos estudios. El capital humano especializado para ello está disponible en Chile y el mundo, el costo de contratarlos sería bajo frente a los US$ 190.000 millones que se administran y sus conclusiones serían clave para perfeccionar el sistema. A continuación, cinco razones que justifican la importancia de realizarlos.
Primero, la rentabilidad de los fondos de pensiones es uno de los principales determinantes de las jubilaciones en un sistema de capitalización individual. Un aumento del 1% durante la vida de un afiliado elevaría su pensión en al menos 20%. Actualmente, cada punto de rentabilidad equivale a más de US$ 1.900 millones, cifra que excede los US$ 1.650 millones destinados al financiamiento del pilar solidario en 2017.
Segundo, estudios de desempeño contribuirían a la evaluación del costo de la actual normativa que rige las inversiones de los fondos de pensiones. A modo de ejemplo, el fundamento de la propuesta que permitiría invertir en activos alternativos cuenta con un “Reporte de Impacto Regulatorio” de la Superintendencia de Pensiones que considera la experiencia y buenas prácticas internacionales. Sin embargo, el análisis no cuenta con estimaciones del potencial impacto en rentabilidad y riesgo que justifiquen los límites de inversión propuestos, como sí las entregaría un estudio de desempeño.
Tercero, permitirían medir el valor agregado del enfoque de gestión activa de las AFP. En términos prácticos, este enfoque debiera ofrecer beneficios que superen los que se obtendrían con un enfoque de gestión pasiva: rentabilidad promedio del mercado, menores costos- asociados a la menor sofisticación que requiere el equipo de inversiones, menor rotación de la cartera- y mayor transparencia. La evidencia internacional al respecto es mixta y en el caso de Chile no tenemos estudios recientes.
Cuarto, estos estudios también permitirían evaluar el valor agregado de las comisiones pagadas por los fondos de pensiones a gestores de fondos externos. En el caso de las inversiones internacionales, las comisiones en 2016 ascendieron a 0,58% de los US$ 45.600 millones que administraron. Como alternativa, los fondos de pensiones podrían invertir en índices de renta fija y variable internacionales cuyo costo de administración difícilmente supera el 0,10%. En el caso de los Fondos Soberanos administrados por el Banco Central, el costo de administración es 0,06% de los fondos administrados.
Por último, en medio de los cambios que propone el Gobierno (sistema de premios y castigos cuando la rentabilidad de los multifondos difiera de los benchmarks; la creación de un organismo autónomo que administre el aumento de 5% en la cotización previsional), estudios de desempeño sería un insumo valioso que nos permitiría evaluar los posibles costos y beneficios del nuevo marco con que se busca mejorar las pensiones en Chile.
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