En un reciente artículo titulado «Autorregulación en educación superior: Orientaciones de una comisión nacional de acreditación en Chile«, publicado en la Revista Educación Superior y Sociedad de la Unesco, un equipo de académicos chilenos presenta un análisis detallado sobre la capacidad de autorregulación en las instituciones de educación superior.
Los autores, David Álvarez Maldonado de la Universidad Tecnológica Metropolitana, Nicolás Barrientos Oradini de la Universidad Alberto Hurtado, Mauricio Araneda Reyes de la Universidad Alberto Hurtado y Carlos Aparicio Puentes de la Universidad Miguel de Cervantes, abordan una dimensión fundamental de la gestión educativa: la autorregulación. Este aspecto es un requisito esencial tanto para la acreditación nacional chilena como para estándares internacionales.
Esta línea de investigación es una competencia organizacional clave para asegurar la mejora continua y la calidad, además de ser fundamental para los procesos de acreditación nacionales e internacionales.
El artículo examina cómo las instituciones de educación superior, compuestas por diversos grupos de profesionales, deben implementar direcciones estratégicas para gestionar la calidad y promover el mejoramiento continuo. Estos procesos se desarrollan a través de mecanismos de autorregulación organizacional, grupal e individual, siguiendo criterios estandarizados que se enfocan en niveles específicos de abstracción regulatoria.
La investigación se realizó con un enfoque cualitativo, utilizando el análisis de discurso para identificar las orientaciones sostenidas por la Comisión Nacional de Acreditación de Chile. Este análisis resultó en un mapa de procesos que orienta el comportamiento de las instituciones de educación superior, ayudando a sus grupos y profesionales a enfocar sus esfuerzos de atención en niveles específicos de regulación.
Según comenta Nicolás, “La autorregulación de los programas e instituciones es crucial, ya que indica su capacidad para autoevaluarse, adaptarse y realizar ajustes necesarios para mantener la consistencia y coherencia en sus procesos, garantizando así la eficacia y eficiencia en el logro de sus metas”.
El equipo de investigadores señala que esta línea de investigación es una competencia organizacional clave para asegurar la mejora continua y la calidad, además de ser fundamental para los procesos de acreditación nacionales e internacionales. Están analizando mecanismos de acreditación a nivel global para realizar una experiencia comparada, así como investigando buenas prácticas para mejorar la capacidad de autorregulación en las instituciones de educación superior.
La importancia de este trabajo se destaca en el contexto de los nuevos modelos de acreditación universitaria, que adoptan un enfoque personalizado y consideran las características únicas de cada institución y programa de estudios. Este enfoque estimula la autoevaluación, el análisis reflexivo y la valoración constructiva de las propuestas de mejora, con el objetivo de impulsar la calidad y la innovación educativa. A partir del año 2025, la acreditación de programas de pregrado será obligatoria, lo que hace aún más relevante esta investigación.
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