Cuidando el efecto dominó: riesgo sistémico en la banca

Google+ Pinterest LinkedIn Tumblr +

OENOV3

Por Consuelo Silva, Ph.D en EconomÍa, Tilburg University. Magíster en Economía Financiera, Pontificia Universidad Católica de Chile. Ingeniero Comercial, Pontificia Universidad Católica de Chile. Académica de la Universidad Alberto Hurtado.

Artículo publicado en el Observatorio Económico N° 77, noviembre 2013.

La crisis de los años 2007-2009 dejó en evidencia la importancia del riesgo sistémico en el sistema financiero, es decir, la amenaza de que la quiebra de un banco se contagie al resto del sector bancario, generando un efecto dominó de quiebras o deterioro en la salud de otras instituciones del rubro. Contener la amenaza se ha posicionado en el primer lugar de la agenda de los reguladores financieros en el mundo.

En Estados Unidos, por ejemplo, la falta de vigilancia y contención apropiada de este riesgo durante la década del 2000 ha costado caro. En 2008 y 2009, en el contexto de su programa TARP (Troubled Asset Relief Program), el país del norte gastó aproximadamente US $ 500 billones en su cruzada derescatar bancos de la quiebra, con el fin de controlar la fuerte amenaza a la estabilidad del sector y los esperables efectos negativos en la economía real. Por lo tanto, debía ser evitada con ayuda del Estado.

Si bien el riesgo sistémico puede provenir de diversas fuentes, el denominador común es que las turbulencias aumentan la vulnerabilidad del sistema financiero. En términos generales, se pueden distinguir dos canales que lo incrementan: primero, dado que las instituciones financieras están fuertemente interconectadas -por ejemplo, por transacciones en el mercado interbancario-, un shock a una parte puede fácilmente extenderse a otros sectores. Segundo, las instituciones financieras tienden a llevar a cabo actividades similares o presentan homogeneidad en otras dimensiones, como sus sistemas de gestión del riesgo, las cuales amplifican el impacto de shocks comunes.

Ambos canales están particularmente pronunciados en bancos grandes, puesto que estas instituciones están más conectadas, revisten mayor importancia en el sistema financiero y pueden también ser una fuente directa de las turbulencias comunes. El sistema financiero de Estados Unidos, y en particular sus mayores representantes en el sistema bancario, fue la gran víctima y el mejor exponente del riesgo descrito anteriormente. Por ejemplo, Wachovia y Merryll Lynch debieron ser adquiridos por otras entidades para evitar su bancarrota.

Para que no ocurra de nuevo, los reguladores se encuentran actualmente rediseñando la regulación del sistema financiero con el fin de contener el riesgo sistémico. En esta tarea, el mayor desafío es definir cómo establecer una manera de identificar qué instituciones financieras exponen una mayor amenaza, en el sentido de que si dicha institución se encuentra en dificultades, pueda contagiar al resto del sistema.

Debido a que existen potencialmente diversas causas de riesgo sistémico, un candidato popular es el uso de la información contenida en los precios de las acciones de los bancos, indicadores que contienen información sobre las inversiones y exposiciones de riesgo del banco a distintos sectores.

Basado en los precios de las acciones, dos de los más ampliamente usados son ampliamente CoVar y MES (Marginal Expected Shortfall), cuyo ingrediente principal de cálculo es la correlación entre el precio de la acción de un determinado banco y el resto del sistema bancario. Una mayor correlación, entonces, refleja un mayor grado de conectividad de este banco con el resto del sector e indica, por lo tanto, que la entidad expone a una amenaza más alta al sistema. Como consecuencia, la regulación debería imponer medidas de resguardo adicionales sobre esta institución.

Esta estrategia, sin embargo, presenta algunas debilidades. Se debe ser cuidadoso al argumentar que una mayor correlación entre los bancos implica un riesgo superior para el sistema financiero. La explicación detrás de esta aseveración la tiene Markowitz: la diversificación de portafolios lleva a las carteras de inversión a tender hacia el portafolio de mercado. En este sentido, mayor diversificación a nivel de bancos individuales implicará mayor homogeneidad en el sistema bancario en cuanto a sus carteras de inversión. Por ende, aumenta la correlación. En otras palabras, las correlaciones interbancarias están parcialmente explicadas por los niveles de diversificación en los bancos.

Esta distinción con respecto al componente que corresponde a diversificación en la correlación interbancaria es conceptualmente relevante para identificar potenciales amenazas a la estabilidad del sistema financiero. La teoría de portafolios estándar sugiere que la diversificación de carteras disminuye el riesgo y, por lo tanto, aumenta el nivel de resiliencia de las instituciones ante posibles turbulencias. Acorde con esto, mientras más diversificadas más fuertes y poco sensibles a las amenazas.

En términos de regulación entonces, una mayor correlación resultado de un mayor nivel de diversificación de un determinado banco no debería ser “castigada” sino fomentada por los agentes reguladores.
En consecuencia, las medidas de riesgo sistémico usadas por los reguladores tendrían que ser corregidas por el sesgo positivo que resulta de las políticas de diversificación de los bancos. De esta forma, se estaría midiendo la correlación bancaria que representa riesgo sistémico “puro”, que es el riesgo que debe ser efectivamente contenido.

Compartir en redes