Migración: Cifras más claras

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Tras el Censo, sabemos que la cifra oficial de extranjeros residiendo en Chile es de alrededor de 710 mil, lo que equivale a una tasa neta de migración para el año 2017 que casi dobla la estimación del año 2014, 4%.

Por Marcela Perticara, Ph.D. en Economía, University of Texas A&M, Estados Unidos. Académica Universidad Alberto Hurtado.

Publicado en revista Observatorio Económico Nº 126, 2018.

La publicación de las cifras del Censo ha estado en el ojo de las noticias, en particular por la importancia que estas tendrían para dimensionar la coyuntura inmigratoria en el país.

Los números que se manejaban eran aproximaciones del Departamento de Extranjería y Migración, que estimaban para el año 2014 habría un stock de 450 mil personas, equivalente a una tasa neta de inmigración en torno al 2.3%.

Tras el Censo, sabemos que la cifra oficial de extranjeros residiendo en Chile es de alrededor de 710 mil, lo que equivale a una tasa neta de migración para el año 2017 que casi dobla la estimación del año 2014, 4% (1).

Desde el año pasado ya había indicios sobre el crecimiento explosivo de los flujos de entrada, específicamente a partir del 2016. Ese año se pidieron 174 mil 969 visas, pero en el siguiente (2017), este número fue de 267 mil 596. Y efectivamente, el actual sistema de otorgamiento de visas colapsó, tal como se vio a través de diversos reportajes periodísticos, generando la psicosis que el país estaba siendo invadido por hordas masivas de inmigrantes.

Un análisis de las estadísticas muestra que los países de origen de los solicitantes de visas temporarias en el último año son principalmente cuatro: Venezuela, Haití, Perú y Colombia, concentrando el 75% del total de permisos temporarios solicitados. Pero el cambio en la tendencia está dado fundamentalmente por el arribo de haitianos y venezolanos, ya que los flujos de colombianos y peruanos han crecido en un grado muy menor. En el caso particular de los haitianos, sólo un 3% viene acompañado de algún familiar. Estas cifras sugieren, entonces, que gran parte de este fenómeno, es reflejo del éxodo de ciudadanos de dos países latinoamericanos, Haití y Venezuela, que están pasando por un prolongado período de crisis económica y política.

Pero sin datos censales que dieran cuenta del flujo, no se podía comprender en su cabalidad qué tanto estaba cambiando la composición de la población residente. Es que, las estimaciones se basaban en pedidos de visas temporarias o visas de residencia. Las visas temporarias pueden estar dándonos un indicador sesgado al alza, por cuanto cada vez que un individuo solicita una renovación o cambia de tipo de visa de trabajo, éste aparece con un nuevo registro. No sabemos cuántas de estas solicitudes derivan en pedidos de otro tipo de visas y cuántos en solicitudes de residencia permanente, por lo que si usamos como indicador la suma de ésta (visa y permanencia definitiva), estamos sobreestimando el flujo, y no hay manera de estimar el stock de migrantes en un momento puntual de tiempo (2).

Los datos recientemente publicados por el INE, del Censo Nacional de Población 2017, permiten dar un mejor contexto a cómo se están distribuyendo los inmigrantes geográficamente y también corroborar el fenómeno usando datos de stock y no de flujo.

Tal como lo mostraban las cifras de solicitudes de visa y residencia de permanencia definitiva del Departamento de Extranjería y Migración, Chile estaba ya experimentando, desde la primera década del siglo XXI, flujos crecientes de migrantes, pero es en los últimos diez años cuando las cifras se disparan. Para poner en contexto, teniendo en cuenta la migración 1990-2009 (que mirando el stock de migrantes que muestra el censo 2017 podemos considerar ya neta), los extranjeros llegados en el período 2000-2009 doblan a los del período 1990-1999. La intensificación del flujo migratorio (neto) se da desde países como Perú, Bolivia, Colombia, Haití y Ecuador.

El 65% de la población no nativa residente actualmente en Chile, son migrantes que han llegado recientemente (2010-2017); más aún, sobre un 35% de estas personas, arribaron durante 2016 y 2017 (3). Los recién llegados provienen fundamentalmente de los mismos países que desde la década pasada generaban flujos migratorios, pero ahora se agregan venezolanos: el 90% de ellos actualmente residiendo en el país, han llegado en los últimos 7 años (ver Gráfico 1). La edad promedio de los migrantes es de 33 años, tienen mayor escolaridad que la población nativa y un alto índice de masculinización. En el caso particular de los venezolanos, el 65% de los nuevos residentes (4) tiene un título universitario o técnico superior, mientras que el 10% son Ingenieros de profesión. Los haitianos, tienen un nivel educativo mucho más bajo: sólo el 5% tiene estudios superiores.

Un factor preocupante del crecimiento de la inmigración reciente es su alta concentración geográfica, lo que potencialmente impone altos costos de ajuste y expone a la población migrante a situaciones de vulnerabilidad y hacinamiento habitacional.

Las cifras del Censo corroboran cifras que emanaban de los datos administrativos: la nueva migración está altamente concentrada en cuatro regiones: Tarapacá y Antofagasta, con tasas netas de inmigración por sobre el 10%; Arica y Parinacota y Región Metropolitana, con un 7-8%, mientras que el resto de las regiones de Chile están bajo el 3%. Y dentro de las mismas regiones hay muy altos índices de concentración en algunas pocas comunas.

En dos de ellas, Independencia y Santiago, los migrantes recientes representan más del 20% de la población total de la comuna, en su mayoría provenientes de Perú, Colombia y Venezuela (ver Tabla 1). Estación Central (Peruanos, Venezolanos y Colombianos), Recoleta (fundamentalmente Peruanos) e Iquique (Bolivianos) tienen niveles de inmigración reciente en torno al 10% de la población total. Comunas como Quinta Normal, Providencia, Las Condes, San Miguel y Ñuñoa, han recibido un alto influjo de ciudadanos Venezolanos (ver Tabla 1).

La alta afluencia de algunos grupos de migrantes a ciertas comunas indudablemente impactó en los servicios públicos y vivienda, creando nuevas tensiones en estos territorios. Algunos conflictos convenientemente aireados por la prensa y redes sociales han derivado en una serie de medidas de dudosa efectividad, pero con alta capacidad de calmar el alto nivel de ansiedad social que ha generado este fenómeno (5).

El proyecto de ley presentado por el Ejecutivo a principios de abril plantea la creación de un Servicio de Migración y la reformulación del sistema actual de categorías migratorias, estableciendo por ejemplo restricciones a pasar de visa de turista a residente y creando nuevos tipos de visas temporarias.

En el corto plazo se comenzó con un proceso de registro y regularización de migrantes, y se instrumentaron de facto controles más estrictos para el ingreso de migrantes. Es claro de todas maneras que, aunque las restricciones a la entrada puedan retrasar el arribo de migrantes no solucionan el problema de fondo, cuya base está en las recurrentes crisis económicas y desbalances en la región.


1. El total de migrantes según el censo es 745.774, de los que 35.073 declaran no residir habitualmente en el país, por lo que se los excluye para estimar la tasa de inmigración neta.
2. Desde el punto de visa de la política pública, hay que gestionar flujo y stock. Para usar datos administrativos de stock de migrantes, uno debiera parear datos de salida y entrada, para ser capaz de saber incluso cuántos no-nacionales permanecen en el país en situación irregular.
3. Hasta la fecha del Censo Nacional de Población 2017.
4. Aún no están los microdatos censales a disposición del público. Estas cifras se estiman usando las solicitudes de visas temporarias para el año 2017.
5. Parafraseo de la opinión del abogado y expresidente del recientemente disuelto Consejo Consultivo Nacional de Migraciones, Eduardo Thayer en el reportaje que le hicieron el día 10 de abril del 2018 (http://www.eldesconcierto.cl).

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