Las políticas más permisivas adoptadas por muchos de los gobiernos europeos durante su verano han gatillado miles de muertes. Chile, y Latinoamérica debería aprender de esta lección, y trabajar en poner en práctica políticas y protocolos que permitan enfrentar la segunda ola con menores costos de muertes y enfermos, y también con menores costos materiales.